Que la unión hace la fuerza es una verdad tan rotunda como conocida, pero si esta unión está conformada por protagonistas tan disímiles como una empresa de salchichas norteamericana, la plataforma de transporte UBER y tres abuelas ítalo–norteamericanas, el resultado podría ser, cuanto menos, insospechado.
Johnsonville es uno de los mayores vendedores de salchichas en los EE. UU., pero la mayoría de sus ventas y su valor de marca se basaron en su producto más icónico: el bratwurst. Para conectarse con madres de 25 a 45 años que suelen estar a cargo de las cenas familiares, la marca necesitaba mostrarles que otros alimentos a base de salchichas y productos similares eran deliciosos y fáciles de preparar, y que podían mejorar sus recetas actuales.
Para ello, Johnsonville se asoció con el servicio de transporte a pedido que ejemplifica el espíritu de las soluciones rápidas y fáciles, Uber, para ofrecer comidas italianas recién hechas en el área de Chicago con solo tocar un botón.
Las “Nonnas” Gina, Lidia y Antonia, todas de origen italiano y llegadas a los EEUU a finales de los 40 y comienzos de los 50, trabajaron a su máxima capacidad durante todo el día y entregaron más de 100 comidas y 300 abrazos a los afortunados habitantes de Chicago.
La campaña duró aproximadamente una semana y media (tres días de promoción previa, la activación del domingo en las plataformas digitales y una semana de distribución de contenido posterior a la activación). En solo nueve días, la campaña generó aproximadamente 11.4 millones de impresiones en sus redes sociales, algo así como un 160% más que lo anticipado en el lanzamiento.
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La marca también llevó a casi 70.000 visitantes a la experiencia digital de Nonnas, más del 90% de los cuales eran nuevos usuarios de la marca.
Los cuatro videos lanzados en You Tube de Nonnas se vieron más de dos millones de veces en total, lo que ayudó a expandir el efecto. Lo más importante es que, en 2015, las ventas totales de Johnsonville aumentaron en un 7%.
Las personas mayores están transformando nuestra realidad y lo seguirán haciendo conforme pase el tiempo y por los próximos 30 años. Protagonistas de un siglo XX que los tuvo como actores protagónicos de cambios sociales que modificaron para siempre nuestras sociedades.
Hoy, como personas mayores del siglo XXI, nos muestran que seguirán transformando la forma en la que vivimos y no como actores de reparto por el solo de hecho de tener más años. Si no, que le pregunten a una compañía tan tradicional como Johnsonville o una tan nueva como UBER.
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Ya vimos cómo Gina, Lidia y Antonia –las Nonnas– nos mostraron que los años no son un impedimento para estar presentes y activas de formas que a veces ni siquiera imaginamos. Es tiempo de nueva longevidad, no nos encasillemos en viejos preconceptos que ya nada dicen del presente y el futuro que se viene. Cada día más, como decía mi abuela, confirmamos que viejos son los trapos.
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