¿Alguien necesitó llamar a un taxi o a un remise en Navidad o Año Nuevo? O de pronto en horas pico?
Las respuestas a esa pregunta explican el éxito de Uber, un sistema que revolucionó el servicio de transporte urbano.
Hemos escrito sobre problemas serios que surgieron con la implementación de Uber en Nueva York, en otras grandes ciudades de Estados Unidos y en Europa.
Este conflicto se extiende y en los días de las fiestas de fin de año, cuarenta taxistas de Montevideo rodearon a una camioneta de Uber para impedirle que avance.
Es la imagen de un conflicto que se extiende a varios países del mundo
Es una lucha normativa, pero también el reflejo de la impotencia derivada de décadas de descuido en el transporte público de grandes ciudades.
Uber nació en 2009, en San Francisco para revolucionar la forma de transportar a la gente. Es una aplicación que conecta pasajeros con choferes particulares –previamente registrados– a través de un mensaje de texto o WhatsApp.
A través de esa app, los clientes pueden rastrear la ubicación del coche que esperan, pactar el valor del viaje con anticipación y pagarlo con tarjeta de crédito. Luego deben calificar la calidad del servicio, lo que obliga a cada chofer a extremar el cuidado de ese aspecto si quiere seguir llevando pasajeros.
Después de Chile y Uruguay, la empresa comenzó a reclutar en Argentina candidatos para los cargos gerenciales, y al menos en Buenos Aires ya estalló la polémica
Uber es el sistema más odiado por taxistas, remiseros y gremios, que buscan impedir su establecimiento adonde sea que vayan. En Colombia, Francia o España las causas judiciales arrecian. La discusión tiene que ver con la regulación de esos autos y choferes.
Todo depende de las normativas locales. En Madrid, por ejemplo, Uber podrá funcionar pero con una licencia legal para sus choferes, como si fuera una empresa común de transporte.
El “problema” para el sistema clásico es obvio: la gente elige Uber porque brinda mejor servicio, con mayores comodidades y certezas.
No hay que tener mucha imaginación para intuir lo que pasaría si Uber desembarcara en Córdoba, una ciudad en la que se vuelve un parto tomar un taxi en horarios pico o días de lluvia.
Tampoco es difícil adivinar lo que podría pasarle a uno de estos choferes si fuera a buscar a un pasajero, por ejemplo, al aeropuerto Córdoba, donde ninguna gestión municipal logró descartelizar a un grupo de taxistas que se apropió del servicio.
Uber está próximo a nosotros y todo indica que recrudecerá la polémica si la estrategia sigue siendo pelear contra ellos en lugar de pensar un servicio más eficiente.