Los médicos de terapia intensiva de los centros de salud privados y públicos venimos de un año muy duro. Seguramente el peor que recordemos quienes llevamos muchos años poniéndole el cuerpo a esta especialidad de la medicina.
En Argentina no paramos desde que empezó la pandemia, hace más de doce meses. No paramos nunca porque, a diferencia de otros países, en la primera ola de contagios tuvimos un tiempo largo de una gran meseta alta. Muchos pacientes en estado crítico requirieron internación en terapia intensiva y la necesidad de asistencia de ventilación mecánica fue aumentando con el correr del tiempo.
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El coronavirus golpeó fuerte a nuestro país. En Argentina ya hay 2.400.000 casos de Covid-19 positivo y 56.000 muertos; hay 2.164.000 personas recuperadas y, actualmente, tenemos registrados 207.000 casos de personas con coronavirus.
Estas cifras duelen porque hablamos de personas. Y lo más serio es que hoy tenemos 3.642 pacientes críticos dentro de las unidades intensivas de todo el país.
Los números oficiales muestran una ocupación alta de camas en las unidades intensivas pero los promedios esconden datos aún más duros: recorriendo hoy las unidades intensivas de la zona del AMBA, por ejemplo, vemos que están en un 100% ocupadas.
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Las terapias se están llenando y, quienes debemos asistir a los pacientes, estamos sin resto. No sólo faltan recursos calificados sino también capacidad psíquica, anímica y física para enfrentar el altísimo nivel de estrés que supone nuestro trabajo.
Estamos agotados. Y, durante el verano, la exigencia no cesó y todo el personal intesivista se vio afectado por un incremento de horas de trabajo, ya que a los pacientes Covid se les suman diariamente pacientes con otras patologías, que requieren cuidados intensivos también.
Por eso estamos muy preocupados por la situación y por lo que puede venir. En estas últimas cuatro semanas se ha registrado un incremento del 40% de casos positivos, que se intensificó sobre todo en la última semana. Por eso el alerta del personal de la salud es cada vez más fuerte. Algunos colegas hablan de un abismo, de una catástrofe sanitaria sin precedentes en la Argentina. Por el Covid-19 y porque debemos tener en cuenta que la urgencia de la pandemia dejaron olvidadas muchas otras patologías que no fueron atendidas durante este último año.
El aumento abrupto de casos Covid-19, sumado a las patologías no Covid, están llevando a nuestro sistema de salud a un colapso muy preocupante
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¿Qué sentimos los médicos intensivistas hoy? Nos sentimos muy cansados, agotados. Muchos colegas han desarrollado el Síndrome de Burnout. Otros colegas que han sufrido Covid-19 no han vuelto al trabajo luego de recuperarse. Y, lo más triste, muchos colegas han fallecido a causa del coronavirus.
Esto nos pone en una situación grave: lo he expresado muchas veces desde que comenzó la pandemia, debido a la falta de médicos intensivistas, y lo vengo advirtiendo desde hace años.
No hay médicos intensivistas. Y los que están, están sometidos a largas jornadas de trabajo, bajo mucho estrés y cansancio, sin posibilidad de mantener un ritmo de recambio y descanso apropiado
Dado que el aumento de casos positivos se mantiene sostenido en todo el país, hay un riesgo muy concreto de colapso: se desborda el sistema porque el número de profesionales de la salud no sólo es menor al de la primera ola sino que es un recurso de menor calidad, más golpeado y más cansado.
Por eso los médicos creemos importante expresar nuestro cansancio, porque se dificulta la posibilidad de rotación y recambio de turnos y esto hace que estemos hoy muy angustiados. La segunda ola ya llegó.
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Todos los pacientes -los moderados, los graves y los críticos- se encuentran hoy con un sistema de salud desbordado y en peores condiciones que cuando comenzó la pandemia y ocurrió la primera ola. Todos -médicos, enfermeras, kinesiólogos, neumonólogos, etc- llegamos al día de hoy muy cansados. Y eso debería preocuparnos a todos porque la calidad de nuestra atención se ve afectada.
Hay un estudio reciente, que aún no ha sido publicado en revistas científicas de medicina, que alumbra claramente esta situación: fue realizado con dos mil pacientes en estado crítico, ventilados mecánicamente, y se comprobó que el mes de ingreso a terapia fue determinante en la mortalidad.
Es clave elevar la voz sobre este tema. La sociedad debe tomar conciencia que es fundamental seguir manteniendo la distancia social, el uso de tapabocas, el lavado de mano y el mantener ambientes ventilados.
Todo el equipo de salud seguirá poniendo todo, cada día, pero somos personas y estamos al límite. La responsabilidad de hacer algo ante lo que se viene es de todos y de cada uno.
Más información estadística sobre los casos.
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