A pesar de “Ni Una Menos”, la violencia contra las mujeres no cesa. Femicidios y violaciones se siguen sumando a diario a una estadística que demuestra la imperiosa necesidad de actuar contra un fenómeno criminal siniestro que no se logra siquiera reducir.
El horrendo caso reciente ocurrido en La Plata, donde una mujer fue secuestrada y violada por varias personas durante cinco días, es un nuevo ejemplo de las implicancias de una cultura machista y violenta, muy arraigada en amplios sectores de la sociedad.
Esa cultura es la que de algún modo sigue logrando atenuar el horror de crímenes que debieran indignar, repugnar y movilizar a todos para que no se repitan, para erradicarlos.
En tal contexto se conoció el dictamen del INADI sobre las declaraciones efectuadas hace pocos meses por el músico Gustavo Cordera, que motivaron la causa penal en su contra por apología del delito en la cual el organismo contra la discriminación, la xenofobia y el racismo es parte querellante.
Recordemos que el ex integrante de la Bersuit dijo textualmente -entre otras cosas-: “Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo porque son histéricas y sienten culpa por no poder tener sexo libremente”
Remató sus dichos con un explícito desconocimiento de la Ley: “si me hablás de los derechos no te escucho porque no creo en las leyes de los hombres, sí en las de la naturaleza”.
Como bien dice el INADI, Cordera “asumió una peligrosa y falaz posición de superioridad por la cual un hombre define la naturaleza, las necesidades y los deseos de las mujeres, más allá de los deseos o la voluntad que estas puedan presentar”. Es necesario plantear que, además del encuadre delictivo de semejantes frases que corresponde al Tribunal en lo Penal actuante, la cuestión es mucho más grave.
Los patéticos dichos de Cordera están, por desgracia, en la mente de demasiadas personas, aunque la mayoría no se anime a pronunciarlos en público
Cuando, por ejemplo, se dice que la vestimenta de una mujer es “provocativa”, también se pretende así definir su naturaleza, necesidades o deseos con total desprecio por su voluntad.
Lo mismo sucede con los “chistes machistas”, que exhiben contenidos discriminatorios y, al cabo, sustentan los rasgos culturales tan difíciles de modificar.
Las conductas de los violadores, de los golpeadores, de los femicidas, no son ajenas a tales estímulos sociales
El INADI considera las declaraciones de Cordera machistas, retrógradas, discriminatorias en tanto cosifican a la mujer, y les atribuyó legitimar y fomentar el delito de violación. La sociedad precisa tratar el tema de un modo más amplio y constante. Cuestionar de verdad la raíz cultural subyacente y tomar conciencia de que sólo modificándola “Ni Una Menos” podrá ser algo más que una magnífica consigna.