“¡Es tanto lo que sí se puede hacer!” Esta frase está incluida en la Carta Encíclica Laudato Si del Santo Padre Francisco, publicada en 2015. Está incluida en el Capítulo 5, que aborda algunas líneas de acción en relación al diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales. Cuando la leí por primera vez, resonó profundamente en mí.
Por supuesto que en ese momento me remitió a la crisis climática a la que nuestra Tierra o Casa Común está siendo sometida y propone una mirada esperanzada sobre la actual situación y un llamado a la acción de parte de todos quienes la habitamos. Y es un llamado muy atinado: el miedo paraliza y, si nos agarramos de las miradas apocalípticas que tanto abundan, seguramente terminemos en una profecía autocumplida.
Hoy, esta frase cala muy profundo en mí pero a raíz de otro mal que está afectando seriamente a la sociedad argentina: la inseguridad. Lamentablemente, hace poco más de una semana pasé por una situación de extrema vulnerabilidad en casa, junto a mis hijos y algunas personas que estaban trabajando en mi casa.
Vivo en San Isidro y un viernes, a plena luz del día, entraron a casa seis delincuentes armados y a cara descubierta, quienes con absoluta impunidad nos asaltaron, amenazaron y como madre me hicieron pasar por una situación horrorosa, que fue ver a mis tres hijos “encañonados” por personas cuyas miradas transmitían lo peor de la humanidad: el absoluto desprecio por el otro y un enorme cinismo.
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Durante el tiempo que duró el hecho, temí escuchar el o los disparos que pudieran llegar a matarlos. Es una situación que no se la deseo a nadie. Más allá de los detalles y secuelas del hecho -que estamos elaborando en familia y con la compañía de
amigos y la solidaridad de nuestros vecinos- en un principio me invadieron emociones de desesperación, desamparo y bronca; pero, con el correr de los días, volvió a sonar en mi cabeza “¡Es tanto lo que sí se puede hacer!” Y por algo fue…
Nuestra Constitución nos reconoce una serie de derechos; entre ellos, el de la seguridad y el de gozar de un ambiente sano (tal vez eso me llevó a recordar la frase de Laudato Si’). Como simple ciudadana, entiendo que el problema de la inseguridad es multifactorial y de muy difícil solución (así como el ambiental). Sin embargo, se me vienen a la mente los versos con los que Jorge Luis Borges remataba su “Oda a la Patria”:
“Nadie es la patria, pero todos lo somos.
Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,
ese límpido fuego misterioso.”
No puedo más que reconocer que todos somos parte de este mal que tanto nos aqueja y que con frecuencia terminamos lamentando con muertes evitables, innecesarias. Cuando digo “todos” me refiero al poder político, a la justicia, a las fuerzas de seguridad y a nosotros, los ciudadanos. Fue muy frustrante, luego de pasar por este hecho, constatar que “todos” tratamos de tirar la pelota para otro
lado, culpando a otro sin asumir la responsabilidad que a cada uno nos corresponde.
El sistema así claramente no funciona. ¿Será porque en lugar de responsabilizarnos, sólo atinamos a culpar a “alguien más”? Me pregunto: ¿qué podemos aportar en nuestro rol de ciudadanos a la solución de este flagelo?
Resignarnos a seguir lamentando tragedias me parece inaceptable. Como así también someternos a vivir con miedo, paralizados, privados en última instancia de nuestro derecho a la libertad: la libertad de salir a trabajar, de llevar a nuestros hijos al colegio, de disfrutar de nuestro hogar, de vivir en comunidad.
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Creo que, para rematar, no puedo dejar de mencionar otra frase que tan sabiamente nos recomendara el filósofo español José Ortega y Gasset hace más de ochenta años pero que todavía no ha perdido vigencia: “Argentinos, ¡a las cosas!”
Y me tomo la licencia de parafrasearlo con un “Argentinos ¡a la seguridad!” Tenemos mucho por hacer, aún enfrentándonos a un problema tan grave y que seguramente toca muchos intereses espurios y mezquinos. Alcemos la voz para que nuestros representantes electos tomen cartas en el asunto, así como quienes hoy están como funcionarios del Poder Ejecutivo y Judicial, para asegurarnos nuestro derecho a la libertad y la seguridad.
¡Es tanto lo que sí se puede hacer!
- Por Lucila Grassi, consultora. Miembro de Argentina Conversa.