Octubre de 1983. Avenida 9 de Julio, frente al Obelisco. Raúl Alfonsín cierra su campaña convocando a la paz y a la libertad. El discurso es recordado por el poder de su oratoria y por la capacidad de conmover al país entero, porque hizo llorar a millones de argentinos que despedían la dictadura militar para siempre, y porque es una legítima lección de conciencia cívica.
Pasaron 39 años… La democracia acumula demasiadas deudas desde entonces. Es bueno volver a escuchar cuáles eran los sueños y la estatura moral de los proyectos para el país.
Son pocos minutos, pero imperdibles, acaso los más importantes de los últimos años de la historia argentina. Quien no haya escuchado este cierre de discurso, no entenderá nunca lo que fue el regreso a la democracia en diciembre de 1983, y quizá tampoco entienda ese fenómeno que se llamó la “primavera democrática”.
En palabras de Fabián Bosoer, politólogo y periodista:
“Para quienes lo vieron y no lo recuerdan; para quienes no lo vivieron y quieren recordarlo; para quienes estuvimos allí y hoy nos da tristeza que nuestro país no arranque, vaya este trocito del origen de esta historia hace exactamente 36 años; no para recordarlo con nostalgia o melancolía, sino para seguir apostando a que aquellas ideas encuentren nuevos liderazgos renovadores”
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