Un estudio revela que nuestra cara se adapta al nombre que llevamos

Un estudio revela que las personas son capaces de elegir el nombre correcto para una cara desconocida en un alto porcentaje de oportunidades, mientras que una computadora bajo ciertos algoritmos es capaz de asignar el nombre correcto correctamente el 60% de las veces. En definitiva, nuestro nombre termina por darle forma a nuestra cara.

¿Las personas con ciertos nombres tienen ciertos tipos de caras? Según han expuesto un grupo de investigadores eso es algo bastante posible. Después de varios experimentos un equipo de la Universidad Hebrea de Jerusalén en Israel reveló que existe un vínculo entre las personas con el mismo nombre y ciertas características faciales.

En una serie de pruebas, el grupo de científicos encontró que los voluntarios eran capaces de hacer coincidir nombres específicos con los rostros de extraños más a menudo de lo esperado.  Y además la investigación llegó a la conclusión que a veces podríamos “actuar” en la forma en que nuestro nombre sugiere que deberíamos.

“Estamos familiarizados con procesos similares a ciertos estereotipos como la raza y el género, donde muchas veces las expectativas estereotipadas de los demás afectan y moldean en quienes nos convertimos”, dice una de las investigadoras, Ruth Mayo.

“Partimos de la hipótesis de que hay estereotipos similares sobre los nombres, inclusive cómo alguien con un nombre específico se ve, y estas expectativas realmente afectan a nuestra apariencia facial” agregó.

En uno de los experimentos, a 121 voluntarios israelíes se les pidió que hagan coincidir con el nombre correcto a 20 rostros desconocidos, dándole 5 opciones de nombres.

“Hemos realizado más de una docena de estudios, y cada vez tuvimos la sensación de que no iba a funcionar”- dijo Yonat Zwebner otro miembro del equipo – “Y cada vez funcionó, eso fue realmente sorprendente”.

Hay algunas limitaciones a este enfoque, tales como la forma en que la popularidad de cada nombre podría haber afectado la frecuencia con que fue elegido, lo que intriga también a  otros investigadores.

“El fenómeno está ahí, creo”, dijo la psicóloga Cathy Mondloch, de la Universidad Brock de Canadá, que no participó en la investigación pero admitió que espera que otros investigadores exploren esta área, diciendo que los hallazgos podrían ser un punto de partida útil para futuros estudios.

Curiosamente, los sujetos de prueba eran menos precisos al escoger el nombre correcto para las personas de otro país, por lo que es posible que haya un elemento cultural para esta capacidad también.

Además de las pruebas humanas, los científicos formaron un algoritmo informático para estudiar la aparición de 94.000 caras. El software utilizó el 80 por ciento de la base de datos para saber qué caras fueron con qué nombres, y se probó en el otro 20 por ciento para ver si podía aplicar lo que había aprendido.

La computadora tenía dos nombres para elegir para cada ejemplo, por lo que debería haber adivinado correctamente para aproximadamente el 50 por ciento de los ejemplos. De hecho, eligió el nombre correcto entre 54 por ciento y 64 por ciento de las veces, dependiendo de los nombres dados.

Eso no quiere decir que todos los Fernandos o Antonellas parezcan iguales, pero muestra que podría haber algún tipo de vínculo entre las caras y los nombres que aún no hemos descubierto.

Los investigadores piensan que una especie de profecía autocumplida podría estar incidiendo en el trabajo, lo que significa que nos convertimos en lo que nuestros nombres sugieren, incluso hasta nuestros peinados.

Ellos sospechan que algunas personas abandonan su primer nombre por un nombre alternativo o apodo que les sienta “mejor”, lo que también podría mejorar el vínculo entre los nombres con la apariencia.

Muchos estudios han demostrado que los nombres tienen un efecto sobre la forma en que se perciben, por lo que es probable que cada uno trate de estar a la altura de las las expectativas sociales que su nombre genera.

“Si esta conjetura es válida, la asociación entre las caras y las percepciones sociales podría ser un camino de doble vía”, escriben los investigadores en su artículo.

“De acuerdo con este proceso sugerido, las personas reciben señales sociales relacionadas con su nombre, y finalmente llegan a verse (hasta cierto punto) como su nombre indica, conforme pasan los años”.