Ser amables tiene beneficios para uno mismo, ya que muchas veces esa amabilidad se devuelve; pero los beneficios no son solo a nivel social y emocional: también llegan a nuestra salud física. Cuando se trata de mantenerse saludable, tanto física como mentalmente, los estudios muestran de forma consistente que las relaciones duraderas y positivas son al menos tan importantes como no fumar y cuidar el peso.
Pero, ¿cómo se traduce el apoyo social en beneficios físicos tales como presión más baja, peso más saludable y otras medidas fisiológicas? Un estudio publicado en Psychological Science sugiere que el vínculo podría seguir el torcido camino del nervio vago, que conecta el contacto social con las emociones positivas que puedan emanar de las interacciones.
Los investigadores, liderados por Bárbara Fredrickson, profesora de psicología en la Universidad de North Carolina, reclutaron a 65 miembros de la facultad de la universidad y personal de un estudio de meditación y estrés. Se asignó al azar a aproximadamente la mitad de los sujetos a tomar clases de una hora, una vez por semana, de meditación “compasiva”, la cual consiste, en parte, en enfocarse en pensamientos cálidos y compasivos sobre uno mismo y los otros.
En la clase, se indicaba a los participantes que se sentaran y pensaran compasivamente en otros, empezando a contemplar sus propias preocupaciones e inquietudes y luego avanzando para incluir a las personas que representaban sus contactos sociales.
Se instruyó a la gente para que repitieran silenciosamente frases como: “puedes sentirte seguro”, “puedes sentirte feliz“, “puedes sentirte saludable”, “puedes vivir con facilidad” y a que volvieran a repetir estos pensamientos cuando sus mentes divagaban. También se les aconsejó que se concentraran en estos pensamientos y en otras personas, en situaciones de estrés. “Es algo así como suavizar tu propio corazón para estar más abierto a otros”, dice Fredrickson.
El grupo al que no se le asignó clases de meditación (el grupo control) fue puesto en una lista de espera para una clase futura. Por 61 días, todos los participantes conectaban su monto de meditación y oración (los que estaban en la clase eran alentados a practicarlo todos los días) así como sus experiencias más poderosas de emociones positivas y negativas.
También se les aplicaron pruebas antes de comenzar las clases y otra vez luego de terminar las 6 semanas que duraban las mismas. Se obtuvo la variabilidad de la frecuencia cardíaca, que mide cuán sensible puede estar el nervio vago.
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El nervio vago regula la eficiencia del cambio de la frecuencia cardíaca con la respiración y, en general, mientras más tono vagal se tenga, mayor será la variabilidad de la frecuencia cardíaca y menor el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades graves. También podría tener que ver en la regulación de los niveles de glucosa y en la respuesta inmune.
Es importante destacar también, que el nervio vago está íntimamente ligado a cómo conectamos los unos con los otros. Es decir, está vinculado de forma directa a los nervios que sintonizan nuestros oídos con el discurso humano, coordinan el contacto visual y regulan la expresión emocional. Influencia la segregación de oxitocina, una hormona importante para la conexión social. Estudios han encontrado que un mayor tono del nervio vago se asocia con mayor cercanía a otros y comportamiento más altruista.
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Fueron los meditadores más que los que estaban en la lista de espera, los que mostraron un incremento general en las emociones positivas, como la alegría, el interés, la diversión, la serenidad y la esperanza, luego de completar las clases. Y estos cambios emocionales y psicológicos se correlacionan con una mayor sensación de conexión con otros. También se apreció una mejora en el funcionamiento del nervio vago, apreciada en la variabilidad de la frecuencia cardíaca, particularmente para aquellos que ya tenían un mayor tono vagal al comienzo del estudio.
“La noticia más grande es que somos capaces de cambiar algo físico de la salud de las personas al incrementar su dieta diaria de emociones positivas, y eso nos ayuda entender un antiguo misterio de cómo nuestras experiencias emocional y social afectan nuestra salud física,” dice Fredrickson.
Sin embargo, la meditación sola no siempre dio como resultado un mayor tono del nervio vago. El cambio sólo ocurrió en aquellos meditadores que se hicieron más felices y se sintieron más conectados socialmente; para aquellos que meditaban tanto como estos últimos pero no reportaron sentirse más cerca de los otros, no hubo cambio en el tono del nervio vago. “Encontramos que los ingredientes activos son dos variables psicológicas: las emociones positivas y el sentimiento de conexión social positiva. Si la práctica de misericordia no los moviliza, no hay cambio en el tono vagal.”
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