Las relaciones amorosas en la adolescencia se complican al ser influenciadas por los medios de comunicación y todo tu entorno. La combinación de celos y redes sociales pueden hacer tóxica una buena relación.
Ana y José, de 18 años, son novios desde hace dos meses. Un “me gusta” de Ana a un amigo común en Instagram provoca una reacción inesperada de José. Desde entonces, revisa constantemente el teléfono móvil de Ana y muestra cada vez más ira hacia ella.
Ana ha comentado esta situación con algunas de sus amistades, quienes le han dicho que esto ocurre porque la quiere mucho. José no es consciente de estar teniendo un comportamiento machista.
Te puede interesar: Test para saber si tus celos son enfermizos
La situación ejemplificada es muy habitual. Y nos hemos encontrado también el caso inverso (en el que es la mujer la que muestra ese comportamiento hacia el hombre), aunque de manera mucho menos frecuente, sobre todo según son más maduras las parejas. La violencia en la pareja adolescente –VPA es el acrónimo científico– puede afectar a cualquier joven.
Se trata de un problema social con implicaciones negativas en la salud y bienestar y en el desarrollo de la personalidad, que incluso afecta al desarrollo del cerebro.
Definir científicamente la violencia en el seno de la pareja adolescente es una tarea complicada, tanto por su naturaleza compleja como por el dinamismo cultural de las sociedades. Podemos decir que consiste en agresiones intencionadas durante el noviazgo que se manifiestan de manera física, sexual, emocional o psicológica.
Leer más: Cuáles son tus rasgos tóxicos según tu signo del zodiaco
Este tipo de agresiones están más presentes de lo que podamos pensar, aunque no siempre son fáciles de detectar. Algunas están tan normalizadas que cuesta percibirlas.
Nuestra percepción de este tipo de violencia puede verse condicionada por la frecuencia de las situaciones, pero también por el contexto cultural –creencias– y social –normas y roles–, así como por la educación afectivo-sexual y de género que hemos recibido.
Esto puede explicar por qué a las amistades de Ana les puede parecer romántica la actitud de José, o incluso un acto de amor, mientras que a otras amistades de la misma edad, pero diferente entorno cultural o educación, les puede parecer una agresión clarísima.
Los muchos estudios que se han llevado a cabo coinciden en los siguientes patrones generalizados entre la población adolescente y juvenil:
Desde nuestro grupo de investigación hemos estudiado recientemente la percepción de la violencia de pareja de 394 jóvenes de 14 a 20 años.
Puedes ver: Bloquear, espiar o ignorar: qué es lo mejor después de una separación
Hemos llegado a la conclusión de que los celos y el control son factores predominantes para ambos sexos, a menudo percibidos erróneamente como muestra de amor y confianza. De hecho, para un 56,6 % de los chicos y un 50,5 % de las chicas los celos justifican algún tipo de violencia. Otros factores como la infidelidad pueden justificarla según el 13,2 % de los chicos. Nuestro análisis reciente concluye que dos de cada tres jóvenes (un 69,3 % y un 63,7 %) cambian su comportamiento para evitar peleas.
Por otro lado, la tolerancia hacia el control y los celos lleva a aceptar acciones como compartir contraseñas en redes sociales o revisar el móvil de la pareja. Dar las contraseñas de sus redes sociales es visto como un acto de amor para el 26,9 % de los chicos y para el 16,9 % de las chicas. Eso implica que alrededor de uno de cada tres jóvenes ve normal dar las contraseñas de sus redes sociales a su pareja.
Ver más: Ghosting en la pareja: qué es y por qué hay cada vez más casos
Asimismo, mientras que los chicos suelen ver la violencia como un tema privado a resolver entre ellos, las chicas la perciben como un problema social que requiere la intervención de amigos, familiares… Son ellas las que en un 17,9 % consideran el machismo como responsable de la violencia.
Desde una perspectiva transcultural, hay diferencias notables en la percepción de la violencia. Por ejemplo, los jóvenes con creencias religiosas son menos propensos a aceptar la violencia sexual que aquellos sin creencias religiosas, y consideran que las conductas asociadas con la violencia psicológica o verbal deben tratarse de manera privada.
Algunas de las implicaciones de estos estudios pasan por promover, mantener y profundizar la intervención educativa, teniendo en cuenta la necesidad de:
Te puede interesar: Qué es la filofobia y cómo dificulta las relaciones amorosas
Las percepciones de los jóvenes sobre la violencia en las relaciones amorosas son esenciales para involucrarlos en su prevención. Esto puede ayudar a desarrollar estrategias más inclusivas y coherentes. Este tipo de violencia es un problema social y de salud física y mental que debe comprometernos a todos y todas.
Continuar leyendo:
Utilizamos cookies de terceros para mostrar publicidad relacionada con tus preferencias. Si continúas navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Puede obtener más información en:
Politica de Privacidad