Un modelo de viviendas colaborativas que avanza en todo el mundo de la mano de una mayor longevidad, es conocido con el nombre de “cohousing” o “covivienda” y propone una forma de vida que recupera valores solidarios y de colaboración mutua entre personas que viven en proximidad.
Aunque este anglicismo (CO-llaborative HOUSING) o incluso la traducción como “vivienda colaborativa” pueda aparentar lejana en nuestras latitudes, lo cierto es que el concepto empieza a ser bien conocido. Cuántas veces hemos escuchado en la comida familiar del domingo, o entre unas copas en el bar la pregunta: “¿Y si nos jubilamos juntos?”
La motivación para el cohousing en el grupo poblacional de mayor edad es variada. A menudo nace en oposición a un futuro no deseado (“no quiero ser una carga para mis hijos”, “no voy a poder pagar los cuidados si los necesito”, “no quiero que nadie decida por mí dónde o cómo voy a vivir”…).
Estas reflexiones pueden resultar impulsoras en un primer momento, pero la idea realmente se consolida y se hace fuerte cuando la persona comprende el cohousing como un vasto nicho de oportunidades: envejecimiento activo, soporte emocional de una comunidad en la que me siento incluida, ahorro económico, un entorno capacitante donde emprender proyectos y adaptable a mis necesidades cambiantes, mucha diversión…
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El cohousing nace en los años 70 en Dinamarca y Holanda, partiendo de las necesidades de familias jóvenes. En oposición al modelo “comunal”, el cohousing permitía, conservando en todo momento una economía propia y la vivienda de uso privativo, compartir labores domésticas, crianza de niñas y niños, etc. Rápidamente se extendió en estos países y muchos otros.
En los 80, cuando algunos de aquéllos pioneros comenzaron a envejecer descubrieron que sus necesidades eran diferentes que las de las personas más jóvenes y empezaron a crear comunidades “senior”.
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Hay quien quiere encontrarse entre personas afines y piensa que un rango similar de edad ayuda. En todo caso la vida en estas comunidades es verdaderamente intergeneracional, puesto que está abierta al barrio o comunidad más amplia.
En la Argentina el “senior cohousing” se adelantó al de jóvenes familias. Aquí está naciendo desde la iniciativa de personas mayores que buscan una oportunidad de vida más rica, activa y con más futuro que la jubilación como mero “retiro”.
Como en tantas ocasiones, las personas mayores son las que han venido a traer innovación y emprendimiento
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La definición es empírica. Esto es, el modelo se ha ido definiendo a partir de los cientos de casos de éxito en todo el mundo. Así, las características invariantes son las siguientes:
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