Durante los últimos tiempos, la regla de las cinco horas se ha convertido en uno de los lugares comunes de la literatura de crecimiento personal y éxito empresarial. Al fin y al cabo, es una fórmula sencilla y útil.
Dedicar ese tiempo arañado al reloj –una hora al día, los cinco días de la semana– a leer y estudiar, a fijar unas metas de aprendizaje y a reflexionar sobre lo que había aprendido nos permitirá adquirir los conocimientos necesarios para defenderse, una costumbre que muchos otros innovadores han copiado durante los últimos dos siglos y medio.
Por otro lado, según explica el escritor y conferenciante Josh Kauffman en su best seller The first 20 hours. How to learn anything fast (Las primeras 20 horas. Cómo aprender cualquier cosa rápidamente), aquellos que siempre queremos aprender algo nuevo, tenemos una buena noticia: solo necesitamos 20 horas en total para ser razonablemente hábil en cualquier campo que nos interesa incorporar conocimientos.
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Lo primero que debe aceptar es que probablemente no vaya a convertirse en un experto. Pero en 20 horas podrá situarse en un punto suficientemente alto de la curva de aprendizaje. Y esas 20 horas se consiguen manteniendo la regla de las 5 horas durante 4 semanas.
El diagrama que ya en 1885 definió el filósofo y psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus y que hoy se utiliza, entre otras cosas, para evaluar procesos de productividad y de calidad en el ámbito empresarial. Consiste en el cruce de dos variables: el nivel de conocimiento de una materia y el tiempo que se dedica a su aprendizaje.
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El político, periodista e inventor Benjamin Franklin usaba un método que también aplican muchas de las personas con éxito, según el análisis que ha hecho Michael Simmons, autor de bestsellers como The Student Success Manifesto (el manifiesto del éxito estudiantil) y escritor para sitios importantes como Forbes, Fortune y Time.
Lo que Simmons ha encontrado es un patrón que se repite y al que ha llamado “la regla de las cinco horas”. Franklin, asegura, solía arreglárselas para dedicar al menos una hora al día de lunes a viernes a aprender algo.
La norma ideada por el prolífico inventor Benjamin Franklin consistía en lo siguiente:
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Hay que hacer tiempo aunque parezca que no lo tenemos, recuerda Simmons en una entrada personal en ‘Medium’, pues incluso personas tremendamente atareadas como Bill Gates, Elon Musk o Warren Buffett lo han hecho. Es notorio que el oráculo de Omaha, por ejemplo, puede llegar a dedicar hasta un 80% de su jornada diaria a leer. Simple y llanamente, leer. Se puede argumentar que tan solo unos privilegiados pueden hacerlo, pero Simmons insiste en que cualquiera debería ser capaz. Tan solo hay que planificarlo.
Si bien es una práctica del siglo XVIII, para Simons la clave está en lograr que cada día se busquen espacios (tiempo libre) una o dos horas en las que en vez de acabar tareas laborales durante esos 120 minutos, dejarlos despejados para pensar, para leer y sobre todo, para aprender algo nuevo.
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Según las investigaciones de Simmons, existen tres maneras en las que los líderes del mundo siguen la regla de las cinco horas: leer, reflexionar y experimentar
En el primero de los casos, existen varios ejemplos conocidos. Así, el magnate Warren Buffett pasa de cinco a seis horas al día leyendo periódicos e informes corporativos; el creador de Windows, Bill Gates devora 50 libros al año; el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, consume, al menos, un libro cada dos semanas.
El inventor e inversor Elon Musk, que está detrás de innovaciones como la de los coches eléctricos Tesla, creció leyendo dos volúmenes al día; la poderosa presentadora de televisión Oprah Winfrey, por su parte, atribuye a los libros gran parte de su éxito, y los considera su “pasaporte a la libertad personal”.
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Entre quienes practican la reflexión se cuentan personalidades como Tim Armstrong, director ejecutivo del gigante de internet AOL, que, además, invita a su equipo a pasar cuatro horas a la semana “tan sólo pensando”. A Jack Dorsey, cofundador de Twitter, le encanta dejar volar su mente mientras pasea; el director ejecutivo de LinkedIn, Jeff Weiner, tiene marcadas en su horario dos horas al día para pensar.
En el campo de la experimentación, Simmons destaca la actitud de Google, que permite que sus empleados y empleadas tanteen nuevas ideas durante el 20% del tiempo que dedican a trabajar. Algo similar hace Facebook, que reserva unas horas al mes para que los programadores creen proyectos que no tengan nada que ver con la empresa.
De hecho, este último matiz es importante, pues no es necesario que utilicemos las cinco horas para aprender acerca de asuntos relacionados directamente con nuestro empleo; muchas veces, resulta más enriquecedor expandir nuestros conocimientos a las áreas que nos resulten interesantes, sean cuales sean.
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Fuente: El País / El Confidencial / TicBeat / Finanzas Personales
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