Cuando alguien nos daña, ya sea una falta que consideremos leve o grave, podemos sentirnos tristes, enojados y es posible que deseemos castigarlo. El rencor que sentimos no produce daño alguno en el otro, pero paradójicamente sí lo hace en nosotros, empañando nuestra propia alegría y eliminando cualquier posibilidad de vivir con frescura y libertad.
Es difícil de creer, pero el resentimiento puede permanecer intacto dentro nuestro, incluso décadas después de la situación que lo creó y, mientras lo sostengamos, va a corroer nuestro interior y de alguna manera, nos va a mantener vinculados al que nos hirió.
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Perdonar hace bien física y psicológicamente, pero solo si logramos tener la capacidad de hacerlo de modo sincero. No es una tarea sencilla, pero vale la pena intentarlo.
Personalmente, creo firmemente en dar segundas oportunidades; es más: en algunas oportunidades que pude perdonar me vi ampliamente recompensado, no sólo por la satisfacción de haber brindado otra chance sino también por el hecho de haber recuperado a alguien querido.
Ahora bien, el perdón es muy positivo ¡pero cuidado! No necesariamente implica volver a la relación con esa persona en los mismos términos que mantenían anteriormente. Si el agravio fue repetido en más de una oportunidad, es muy posible que te vuelva a fallar en el futuro.
En general, aunque hay ciertas excepciones, a las personas les cuesta mucho cambiar; para hacerlo deben poner gran empeño y tiempo, por lo que, aunque puedan tener intención de modificar su forma de ser, pocas veces lo logran.
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Los rasgos de personalidad son rígidos, estables y acompañan durante toda la vida. Te aconsejaría que perdones, pero si la conducta se repite o el agravio fue muy grande, aléjate, abandona el resentimiento y continúa tu vida. Siempre es mejor tener lejos a la gente tóxica y dañina.
Jorge Luis Borges decía: Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón
Efectivamente la venganza consume gran cantidad de energía, la que deberías utilizar para cosas más importantes: renunciá al odio, cerrá las heridas, hacé foco en tu vida y viví plenamente.
Como dice el dicho: “Antes de empezar un viaje de venganza, cava dos tumbas”. El proceso de venganza puede dañar a tu adversario, pero también desgasta tu propia vida.
Algunos consejos a tener en cuenta:
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Si el agravio fue repetido en más de una oportunidad, es muy posible que esa persona te vuelva a fallar en el futuro.
Frase del Dalai Lama: “Si no perdonas por amor, perdona al menos por egoísmo, por tu propio bienestar”. En definitiva, perdonar te beneficia a vos mismo, te libera del que te hizo daño y te permite volver a la senda de la alegría.
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