Son muchos los niños angustiados y con retrocesos: vuelven a hacerse pis encima, temen salir a la calle, hacen demandas que ya no hacían…
Algunos contarán que la cuarentena Argentina fue un éxito rotundo. El asunto es si esos mismos saldrán a medir cómo sufrieron los niños con autismo, o cómo familias enteras perdieron sus ahorros, es decir, su futuro soñado.
Es casi una costumbre en la Argentina que a uno le arrebaten los sueños que con dificultades va tejiendo
Cómo Sisifos en loop vamos subiendo la cuesta con un esfuerzo sideral: siempre volvemos a la base. Es agotador cuando una y otra vez te carterean la esperanza. Vuelve el psiquismo a creer, a confiar… Quizás porque la política le vuelve a mentir. El impulso humano hacia la luz es mayor que la debacle argenta. La esperanza vuelve pero el cadalso también.
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El problema es que ahora la tristeza llegó a los rostros de aquellos por los cuales daríamos la vida, los hijos.
Los vimos deteriorarse en vivo, mientras los mandatarios se paseaban a sus anchas para abrazarse entre risas cómplices.
Hay un rumor que aún no emergió del todo, un sismo gestándose, un descontento social muy grande en ciernes. La política, como tantas veces, no lo ve del todo o lo ningunea…
Cientos de dependientes seriales del Estado hablan loas de la cuarentena. El que se funde es el otro.
Hay mucho enojo y hay que tener cuidado porque la gente su enojo lo mete adentro de una cajita. Esa cajita es lo único que de verdad le importa a la política, el único lenguaje que habla a la perfección.
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¿Alguien saldrá a pedir perdón por lo evidente: que liberan justo en medio del pico? No, claramente no. Como nadie pidió perdón por ningunear al virus que nunca llegaría.
La abertura en medio del mayor peligro confunde al cerebro y su instinto de conservación. ¿Cómo voy a salir ahora que es cuando más riesgos corro? Nadie se preocupa de esa procesión psicológica que va por dentro y horada al ser humano. Los niños llevarán esto en sus biografías.
Mi hijo de 4 años estaba el otro día en su clase de Zoom. La maestra explicaba cómo hacer el número Tecla del número nueve. Lo encontré mirando de cerca la parte inferior de la pantalla:
– ¿Qué hacés?
– Estoy mirando a cada uno de mis amiguitos.
Esos rostros eran su vida. Le sacaron su mundo
Nunca como en esta cuarentena fue tan claro que somos los rostros de quienes amamos.
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