Según la astrología, las personas adquirimos ciertas características según el signo del zodíaco bajo el cual nacimos. Cada personalidad es guiada no solo por su signo en Sol, sino también por el signo ascendente. En el mundo existen personas con carácter fuerte, más enamoradizas o sensibles. Estos elementos de la personalidad también puedan estar determinados por la familia, el entorno, los amigos y las vivencias personales. Te contamos cómo se enoja cada signo según la astrología y emociones.
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A continuación te detallamos signo por signo su personalidad y reacciones.
El fogoso aries se enoja rápida y explosivamente cuando le atacan o le desafían. La lealtad y la falta de disciplina (en casa o en el trabajo) son también motivos suficientes para que aries muestre su temperamento tan fuerte y, en el peor de los casos, violento. Sin embargo, si su oponente mantiene la calma ante ese estallido de ira, aries se aplaca tan rápidamente como se encendió. Algo más a su favor: No es rencoroso y, cuando medita sobre lo sucedido, suele ser el primero en disculparse.
Tauro es tranquilo y, aun cuando se molesta, le gusta tener el control de sus emociones. Tiene que estar súper-mega-enfadado para que se le note. Y, como esto no sucede a menudo (afortunadamente), sus oponentes no saben cómo reaccionar. Lo que más le molesta es que le acusen de estar haciendo algo mal y que le recuerden errores del pasado, sobre todo si son acusaciones infundadas. Cuando se desata su temperamento, el pacífico tauro se convierte en un toro furioso, que arrambla con su oponente e incluso con quien intente apaciguarle. Y, como la cosa sea muy grave, detrás de la bronca es muy posible que llegue la temible venganza taurina.
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El alegre géminis es poco dado a enfadarse por su forma distendida de tomarse los enfrentamientos. De hecho, cuando hay una pelea cerca, es muy bueno que por allí esté géminis y su habilidad diplomática para conciliar posturas. Sin embargo, también hay algunas ocasiones en las que pierde la calma. Cuando esto sucede, grita y grita, sin que nadie lo pare. Incluso en estas ocasiones extremas no pierde su capacidad para argumentar y, como le hayan hecho daño, será muy hiriente con sus palabras.
A cáncer no le gustan nada las peleas y mucho menos si tiene que participar en ellas. Suele ser un signo tolerante y poco conflictivo. No por falta de temperamento, sino porque prefiere llevar la fiesta en paz. Muchas veces se aleja en silencio, cuando alguien busca el enfrentamiento. Cuando se enfada, hace un enorme esfuerzo por controlar sus emociones, pero éstas salen a la luz. Tiembla, le sudan las manos, se le trastabillan las palabras, llora… o todo junto. Ésa es la peor parte de ser tan sensible.
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Leo controla muy bien sus emociones, porque no le gusta hacer escenitas y quedar mal. Este signo tan orgulloso prefiere mostrar rigidez, frialdad e indiferencia a sus adversarios, quienes no le pasarán por encima. La cosa es que, aunque no diga una sola palabra, los demás se percatan de su enfado. La tensión se palpa en el ambiente. Lo malo es cuando habla. Como le tiren de la lengua, su ataque verbal irá directo a la yugular del oponente, sin importarle el daño que haga.
La mayoría de los virgo son muy pacíficos y tienen un control total de sus emociones. Pero, unos más que otros, son dados a las rabietas cuando se enfadan. Muestran su enfado a gritos, tirando y rompiendo las cosas. En ese momento, no escuchan ni media opinión del oponente. No son buenos discutiendo cuando están enfadados, porque se toman el ataque muy en serio. Tan en serio, que pueden guardar rencor durante toda la vida.
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Quién sabe si es porque libra es uno de los signos más coquetos del zodiaco y el enfado provoca arrugas en la cara y en el corazón. El caso es que libra está muy por encima de cosas tan mundanas como la ira. Se enfada poquísimas veces, aunque en ocasiones lleve la procesión por dentro. Sólo sus más íntimos allegados le han visto alguna vez perder la compostura.
Y aquí tenemos otro signo orgulloso, muy orgulloso, que no perderá la calma en sus enfrentamientos. Mostrará arrogancia y desprecio a los simples mortales que intenten pasarse de rosca. Pero, si es que se decide a complementar su fulminante mirada con palabras, es habitual que éstas sean en tono bajo. Escorpio no grita, porque odia llamar la atención. Y, cuando se enfada de veras, lo está mucho más consigo mismo por haber mostrado debilidad. La última cosa que quiere escorpio es perder el control.
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Sagitario no tiene un interés especial en controlar sus emociones. Si se enfada, ¡buuum!, se enfada. Es muy expresivo y deja fluir su ira libremente hasta que se le pase. Es necesario que su oponente se calme para que puedan llegar a una aclaración. Y si el conflicto no se resuelve, no le cuesta nada romper sus relaciones con el oponente y seguir su vida en paz.
Es un clásico decir que capricornio es un signo frío y poco dado a las emociones, pero eso es lo que se ve por fuera. Capricornio por dentro es otro mundo ¡y es muy sensible! Por esa razón, hay veces en las que está profundamente molesto y nadie lo nota. En no demasiadas situaciones estalla, provocando extrañeza entre los presentes, que no están nada acostumbrados a verle mostrar su ira y su frustración. Tampoco capricornio está muy acostumbrado y suele sentirse culpable después de esos arrebatos.
He aquí otro signo poco dado a enojarse y a quien también le gusta tener el control sobre sus emociones. Suele hacer casi siempre su mejor esfuerzo para llevarse bien con los demás. Sin embargo, un malentendido, una injusticia o un desprecio pueden enardecer su ira. ¿Qué hará? Gritará y ¡pum! dará un portazo al salir. Cosa que no quita que luego esté dándole vueltas en su cabeza a la situación durante un largo tiempo.
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Piscis es muy sensible y considerado con los demás. Trata de no herir a nadie y pocas veces lo hace. Lo malo es cuando piscis se siente herido. Entonces, se vuelve dramático. Entre gritos y temblores pronuncia palabras muy duras. Monta una rabieta de aquí te espero y después se aísla. Después, cuando se calma, se arrepiente de todo lo dicho y no duda en buscar el perdón.
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