En la odisea de conseguir un regalo que dure mucho más que una temporada, aparecen opciones artísticas que atraen en muchos sentidos.
Ya es sabido que comprar un cuadro o una obra de arte no es hacer una compra más. Puede ser un proceso que lleva tiempo de evaluación o un acto inmediato producto de una fuerte atracción (me encanto y lo compre), siempre tiene que involucrar una “fascinación”.
Comprar arte para otro parece difícil porque suele considerarse como algo subjetivo, pero en realidad lo que se está obsequiando es algo más dedicado. Y es ahí donde está el valor de un regalo “pensado” para alguien especial.
Al comprar arte uno puede elegir pensando en qué le va a gustar, pensando en qué nos gustaría que vea, pensando en qué energía necesita, pensando en una experiencia que se le quiere transmitir. Y, conceptualmente, sería entonces más sencillo que comprar un accesorio o una prenda de vestir porque solo basta con la propia intención.
En palabras de Luis Zorraquín, Director de Espacio Modos, “cuando regalamos arte pensamos en esa persona desde un lugar no físico y es ahí donde creo sería más sencillo que comprarle una remera que le guste por ejemplo. Porque Google se transforma en el mayor museo del mundo: arte, a un click entonces, ¿cómo podríamos errarle si está pensado desde el afecto?”
Tres consejos para elegir una obra:
1. La obra tiene que provocar algo al verla sí o sí. Porque me pareció muy linda y va con la decoración en casa es un motivo importante, pero saber la historia que se proyecta y creer entender la intención del artista ayuda a conectarse desde otro ángulo y darse cuenta que el “enamoramiento” no será una cuestión temporal sino que va a cautivar cada vez que se observe.
2. Si se pretende adquirir como “inversión” más allá del gusto personal se debe consultar a un curador de la galería. La curaduría no es al azar. Es bueno notar cierta madurez que completa al artista y a su arte.
3. Si es para decorar, desde luego considerar tamaño y dónde se va a ubicar.
Fuente: Tienda Modos
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