Los científicos han estado intrigados durante mucho tiempo por qué la gente tiende a usar naturalmente el uso de una mano en lugar de la otra. Aún no entendemos lo que hace que la gente sea zurda o diestra, pero durante décadas los investigadores han asumido que el origen se encuentra dentro de nuestro cerebro.
Sin embargo, una nueva investigación proporciona pruebas tempranas de que no sólo el cerebro determina la mano que usamos, sino que la médula espinal también puede desempeñar un papel importante.
Un equipo internacional de biopsicólogos de la Universidad de Ruhr en Bochum, Alemania, ha demostrado ahora que la actividad genética en la médula espinal ya es asimétrica en el útero y podría estar ligada a la preferencia por el uso de la mano derecha o la mano izquierda.
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“Estos resultados fundamentalmente cambian nuestra comprensión de la causa de las asimetrías hemisféricas”, escriben los investigadores en la revista eLife.
Para ser claros, esto no es nada más que una hipótesis que se encuentra en sus etapas iniciales de investigación por ahora. Hará falta mucha más verificación independiente para confirmar esto, antes de contradecir décadas de trabajo sobre la relación entre la mano que usamos y el cerebro.
Pero a pesar de lo preliminar del estudio, éste sugiere una posibilidad intrigante: ¿Qué pasa si la mano que usaremos comienza a ser determinada antes de que nuestros cerebros estén incluso involucrados en el control de nuestros movimientos?
Las exploraciones de ultrasonido en los años ochenta proporcionaron evidencia de que la mano izquierda o derecha se desarrolla en el útero desde la octava semana de embarazo y puede ser fácilmente detectada en la décima semana.
La investigación también ha demostrado que a partir de la 13 ª semana de embarazo, los niños en el útero ya tienden a la preferencia a chupar el pulgar izquierdo o derecho.
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“Debido a que los brazos y los movimientos de la mano son iniciados por la corteza motora en nuestro cerebro, los científicos siempre han buscado la expresión de genes asimétricos en la corteza motora y otras partes del cerebro para explicar por qué esta preferencia ocurre tan pronto” explican los especialistas.
Y aclaran que “en el embrión en desarrollo, la corteza motora no siempre está funcionalmente conectada a la médula espinal. De hecho, cuando las indicaciones más tempranas de la preferencia de las manos aparecen, la médula espinal todavía no ha formado una conexión con el cerebro”.
“Los fetos humanos ya muestran considerables asimetrías en los movimientos del brazo antes de que la corteza motora esté funcionalmente ligada a la médula espinal, lo que hace más probable que las asimetrías de la expresión génica espinal formen la base molecular de la mano”, escribe el equipo.
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Debido a esto, el equipo decidió investigar si tal vez algo que suceda de forma independiente en la médula espinal podría influir en la mano. Examinaron la expresión génica en las médulas espinales de cinco fetos humanos entre la octava y la 12 semana de embarazo.
Los investigadores detectaron diferencias entre la cantidad de genes que se expresan en el lado derecho o izquierdo de la médula espinal en la octava semana. Curiosamente, esta diferencia se observó en los segmentos de la médula espinal que controlan los movimientos de brazos y piernas.
El equipo también examinó lo que estaba causando la actividad genética asimétrica, y mostró que eran factores ambientales los que parecían estar controlando si la actividad de la médula espinal era mayor en el lado izquierdo o derecho.
Según explican los científicos, los factores ambientales pueden controlar la expresión génica a través de algo conocido como epigenética, una capa que se encuentra por encima de nuestro genoma y determina qué genes se activan y desactivan.
El estudio sugiere que es a través de la epigenética que los factores ambientales pueden causar más actividad génica en un lado de la médula espinal en comparación con el otro.
“Nuestros hallazgos sugieren que los mecanismos moleculares para la regulación epigenética en la médula espinal constituyen el punto de partida para la mano”, concluyen los investigadores.
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