“Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el festival sacro de Ricardo Wagner, Parsifal…”. Fueron las primeras palabras que se escucharon entre las 21 y las 23 horas del 27 de agosto de 1920, palabras que marcaron un antes y un después en la vida de toda una generación.
Los locos de la azotea
Pronunciadas por el doctor Enrique Susini, desde la terraza del Teatro Coliseo de la Ciudad de Buenos Aires, fueron el eco de la primera transmisión pública en Argentina, que fue a la vez precursora en el mundo.
Aquellas primeras palabras, tan históricas, solo fueron escuchadas por un puñado de personas, pero inauguraron una historia apasionante para todos los tiempos
“Los locos de la azotea“, como se conoció luego a Susini, César Guarrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica, nos regalaron los primeros capítulos de la radio nacional. Poco después, ya en el año 23, otro hito: llegaba desde el hemisferio norte una memorable velada boxística y la radio regalaba una experiencia inédita en Buenos Aires.
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En Nueva York, Jack Dempsey, campeón mundial de todos los pesos, se enfrentaba con el argentino Luis Angel “el toro de las pampas” Firpo. Mucha gente, reunida frente al diario Crítica, disfrutaba de los cables informativos que la radio amplificaba y acercaba con inmediatez innovadora emocionante. Entre noticia y noticia, los entretenía en la puerta del diario un joven desconocido con su guitarra llamado Chavero, que años después se haría popular con el nombre de Atahualpa Yupanqui.
La radio
Con los años se sucedieron cientos de acontecimientos importantes que fueron una y otra reflejados por la radio, creando un vínculo fiel y cercano que instalaría el lenguaje radiofónico en la vida de los argentinos.
El primer relato futbolístico en 1925 lo hizo Atilio Cassime en un partido entre Argentina y Uruguay, y tiempo más tarde comenzó la lectura de diarios y noticias policiales.
Radioteatros y humor
Llegaron los famosos radioteatros, con obras de Abel Santa Cruz y Nené Cascallar y con actores como Oscar Casco, Hilda Bernard, Jorge Salcedo, Eduardo Rudy y la mismísima Eva Duarte, entre otros; programas de humor con la “gran” Niní Marshall en “Cándida” y “Catita”; Luís Sandrini y su personaje entrañable de “Felipe”, Pepe Iglesias, “El Zorro”.
Más tarde, “Los Pérez García”, “Los Cinco Grandes del buen Humor”, “La Revista Dislocada” y la sorpresa disruptiva de Fioravanti o “la voz mayor del fútbol”, que revolucionó para siempre el relato radial.
Profesionales de la radio
En los años siguientes, se sumaron otros grandes profesionales de la Radio: Cacho Fontana, con su voz inigualable; Héctor Larrea y su eterno “Rapidísimo”; Julio Marbiz, Antonio Carrizo, José María Muñoz, Hugo Guerrero Marthineitz, Omar Cerasuolo, Víctor Hugo Morales, Magdalena Ruiz Guiñazú, Alejandro Dolina, Oscar González Oro y Nelson Castro, entre otros.
FM
Párrafo aparte fue la aparición en los años 70 de la FM (Frecuencia Modulada), que en sus principios marcó una división con la AM que luego se diluyó. En sus comienzos, la AM era para informarse y la FM para escuchar música, con grandes locutores como Nora Perlé, Betty Elizalde, Graciela Mancuso, Lalo Mir, Bobby Flores, Elizabeth Vernaci, Mario Pergolini y Ari Paluch, entre otros.
La radio en la vida de la gente
¿Quién no tuvo en su casa o en la de sus abuelos una Spika, una Carina o una Giulietta? A través de esos pequeños aparatos, tan rústicos como bellos, la radio se instaló en la vida de muchísima gente.
La portátil fue la compañera durante mucho tiempo para ir a la cancha de fútbol: en las inmediaciones del estadio se veía a cientos de simpatizantes con su radio en el oído, escuchando a su relator preferido que contar en detalle las circunstancias previas al partido, y usándola luego de aliada ineludible para identificar a cada uno de los jugadores en la cancha.
El gordo Muñoz nos describió como nadie los estadios, lugares icónicos que para muchos no eran más que las imágenes que el relator describía, alimentando fantasías y pasiones. Aquel Monumental rebalsado de hinchas vestidos de rojo y blanco o La Bombonera, azul y amarilla, eran para muchísimos radioescuchas la única manera de conocer las canchas de sus equipos. ¡Cómo olvidarlo!
Quienes vivíamos lejos de la Capital agradecíamos cada detalle, y, cual deja vu, sentíamos que habíamos estado allí mil veces cuando cumplíamos el sueño de viajar a Buenos Aires a ver a nuestro equipo.
Tanto más que recordar… Horacio García Blanco junto con Osvaldo Caffarelli nos hicieron vibrar con las peleas de Bonavena, Locche y Monzón. Gracias por eso.
¡¡¡Adelante Gonzales Longhi con la transmisión!!! Desde el avión de Carburando de Radio Rivadavia nos acercaban las alternativas del turismo carretera, y la suerte de Pairetti, Juan Manuel Bordeu, Gradassi y los hermanos Iglesias, entre otros.
La radio nos regaló un almuerzo de sábado familiar, musicalizado de fondo por Mochín Marafioti en Radio Mitre, transmisiones que “colaban” entre canción y canción invitación a algún baile o peña de la ciudad que se acercaba a Buenos Aires a través de la radio.
La radio es todo para mucha gente. Es un amigo. Es la compañera de estudiantes y trabajadores nocturnos, la aliada incondicional de noctámbulos que no pueden conciliar el sueño hasta entrada la madrugada.
La radio es la mente que se abre al compás de voces, canciones y poemas que llegan desde algún lado para olvidar el cuerpo y entrar en otras dimensiones. El sonido de la radio, tan etéreo, es la banda sonora de hogares y barrios desde hace 96 años.
Momentos inolvidables de la historia, la política, el deporte, el arte y tanto más fueron conocidos o nos sorprendieron de la mano de este fabuloso medio de comunicación. Podrá cambiar la tecnología, el soporte, el vocabulario, los géneros y hasta la manera de informar, pero la radio es y será lo que es: compañía.
A la radio argentina ¡SALUD! Y gracias.
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