Con las canciones de María Elena Walsh sucede algo que solo ocurren con los clásicos: parecen que están inscriptos en el tiempo, parecen de ahora o, más bien, de siempre. Son canciones que nos invitaron a tomar al té, a bailar el twist y a crear mundos del revés a nosotros, a nuestros padres y a nuestros hijos, y probablemente también a nuestros nietos.
Además podés leer: Fantasías en la infancia y más allá: el poder de jugar con la imaginación
El valor de jugar es uno de los pilares en la obra monumental de esta gran artista argentina.
De eso sabía María Elena Walsh y de eso sabe la ciencia: la capacidad de jugar está fuertemente relacionada con el desarrollo cognitivo y el bienestar social y emocional. Jugar nos hace, a todos, estar mejor adaptados, tener mas flexibilidad cognitiva y menos estrés.
Si bien el juego no es solo cosa de niños, cumple una función clave en su crecimiento porque les permite desenvolver habilidades lingüísticas y simbólicas, y también la capacidad de autorregulación
Contar con tiempo y espacios adecuados para que los padres jueguen con sus hijos favorece además el vínculo de apego de los niños. Y esto, a su vez, contribuye a que sean emocionalmente más seguros.
Leé también: Educación infantil en Europa: primero, jugar, y leer recién a los 7 años
Existen cinco tipos fundamentales de juego humano:
Lev Vygotsky, uno de los grandes psicólogos que estudió la importancia del juego, señaló que este contribuye a desarrollar habilidades del lenguaje (y otras formas humanas de “representación simbólica”) y la capacidad de autorregulación, que implica controlar los impulsos y emociones.
También destacó que el juego simbólico y dramático es importante en la consolidación de la comprensión del mundo y el impulso de las capacidades de representación que van a utilizar para pensar ideas como adultos.
Existe evidencia científica de que niños e, inclusive, animales que no juegan cuando son jóvenes tienen mas chances de convertirse en adultos ansiosos y con problemas de adaptación social
También podés leer: ¿Juegos y juguetes o tiempo para jugar? El mejor regalo del mundo es gratis
El estilo de vida urbano llevó a que los niños cuenten con mayor cantidad de actividades y menor tiempo para el ocio. Los investigadores Stuart Lester y Wendy Russell examinaron las oportunidades de juego en la actualidad y revelaron que los “factores de estrés” ambientales de la vida moderna, asociados con el aumento de la urbanización, repercuten negativamente en la experiencia de juego en niños.
La privación del juego implicaría, como correlato, la privación del desarrollo de las habilidades cognitivas y emocionales que estimula.
El psiquiatra Stuart Brown entrevistó a personas sobre sus infancias y los datos mostraron que el juego libre, no estructurado e imaginativo, favorece a que los niños se transformen en adultos felices y bien adaptados.
Hay que dejar a los niños ser niños para que se conviertan en personas grandes, curiosas y creativas.
Para ello, una de las claves las da lo que dice Osías, el célebre personaje de la canción de María Elena Walsh, cuando pide al entrar en el bazar: “Quiero tiempo pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor. Por favor, me lo da suelto y no enjaulado adentro de un despertador”.
Podés leer: Un mundo de juguetes: pequeños aliados de una gran infancia
Más sobre el juego en la infancia:
Utilizamos cookies de terceros para mostrar publicidad relacionada con tus preferencias. Si continúas navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Puede obtener más información en:
Politica de Privacidad