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Por qué me hice una vasectomía: cuando llega la hora de poner el cuerpo

Javier Ferreyra es fotógrafo, productor y director de un diario. Luego de tener dos hijos, decidió hacerse cargo de la anticoncepción, una responsabilidad que su mujer llevó 15 años sin que él registrara cuánto pesa.

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“Ayer a las 19 horas salí del quirófano porque me hice una vasectomía. Cuatro horas después, a las 23, estaba cenando unas empanadas con Julia en la casa de mi vieja. Así de sencillo.

Con mi compañera (y lo digo como una definición política, pero no partidaria) estamos juntos hace 15 años, y decidimos que no queríamos tener más hijos. Decisiones individuales para nuestros futuros pero compartida en esta pareja que hoy somos.

Lo primero que surgió fue pensar en la ligadura de trompas. Como siempre, ella propuso ponerle el cuerpo, como lo hizo todo este tiempo: pastillas, el famoso DIU y hasta de comprar los preservativos la mayoría de las veces. Cuando hacés el raconto te das cuenta de que el forro sos vos.

Gracias a ellas, la marea verde te obliga a pensar muchas cosas… Con la calma, la tormenta e incluso los naufragios que tienen todas las mareas, pero nos obligaron a pensar y a repensarnos.

Respecto a si es reversible o no, hay bibliografía cruzada: el urólogo al que vi me dijo que no lo era. De todas maneras, me parece que si para alguien saber que es reversible es la excusa necesaria para hacérsela, le recomendaría que lo piense un poco más.

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Para mí no es reversible, como no lo es la menopausia. Pero, sobre todo, y más allá del límite biológico de la mujer en términos reproductivos, son decisiones individuales (aunque compartidas en este caso). Yo no me la hice para que esta pareja no tenga más hijos solamente: me la hice también porque yo no quiero volver a ser padre, aunque el día de mañana dejemos de ser pareja.

En cuanto a quienes se oponen a tomar decisiones definitivas, ninguna, absolutamente ninguna decisión es más definitiva que tener un hijo, y nace casi desde la ignorancia, porque uno no sabe: ni cómo será, ni cuánto costará, ni cuánto te alegrará o cuánto podrás dormir, y millones de etcéteras. Sin embargo, nos lanzamos a la aventura. En este caso, para decir que no quiero tener más hijos ya cuento con más información. Es una decisión más responsable (aunque menos gratificante, claro está).

A nivel familiar venimos con malas experiencias de salud. Entonces, a nuestros hijos les explicamos lo sencilla que iba a ser la operación y el motivo. Respondimos a cada pregunta de ellos, siempre con la verdad pero sin exceso de información.

Entendemos que uno puede decirles muchas cosas a sus hijos para educarlos, pero lo que ven es lo que los forma e intentamos ser conscientes de esa responsabilidad que asumimos juntos y que tanto disfrutamos como ser padres de Benicio y Lorenzo.

Ambos saben qué operación me hice y para qué. Ambos entendemos que mostrarles igualdad quizás haga que ellos la naturalicen y la vivan así, sin necesidad de resetarse el día de mañana como tuvimos que hacer nosotros.

Sepan los hombres que lean ésto que les voy a confirmar el gran temor que tienen todos: me siento menos macho, mucho menos macho. Pero igual de hombre y más compañero de Julia. Ella es crack y de a poquito me le voy acercando.

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