Centros para dormir la siesta: una costumbre que está despertando

Paréntesis de calma y tranquilidad en medio del ajetreo diario, la siesta se ha convertido en un hábito en amplias regiones del mundo. Al llegar el mediodía, cuando el calor del verano arrecia o cuando el cuerpo ya está reclamando un descanso, muchas personas hacen una pausa para almorzar y dormir un corto sueño de entre 20 y 30 minutos aproximadamente.

Según cuenta la historia, la palabra siesta ha surgido en el seno de la orden monástica de San Benito. Allí una de las reglas era: reposo y tranquilidad en la hora sexta, del latín, que era el periodo de tiempo entre el mediodía y las tres. En ese momento, todos los religiosos debían acostarse en total silencio para descansar y retomar energías para el resto del día.

Y si bien España es probablemente el país donde más adeptos a este hábito pueden contarse, los españoles han tardado mucho en convertir esta costumbre en un negocio rentable.

Así lo explica María Estrella Jorro de Inza, propietaria de Siesta and Go, el primer negocio en España dedicado exclusivamente a dar un servicio de descanso entre horas al diario El País.

Este nuevo local está ubicado en AZCA, un núcleo empresarial de Madrid, el local pretende ser el refugio de aquellos que buscan un espacio de tranquilidad, un momento de lectura o, simplemente, echarse la siesta.

María Estrella comenta al periódico que la idea la obtuvo en unas vacaciones en Japón: “En un viaje que hicimos nos dimos cuenta de que ofrecían muchas opciones, centros de descanso para mujeres, para hombres, mixtos”.

Desde 20 euros por tres horas el cliente puede disfrutar de un espacio para descansar. Aunque también se puede alquilar por minutos, el precio depende de si se quiere una litera, una habitación individual, o un sofá.

“Una vez queda registrada la entrada del cliente en el ordenador, se le dan cinco minutos de cortesía para que se acomode”, explica la propietaria quien además cuenta que el establecimiento facilita zapatillas de estar por casa y camisetas para quienes quieren ponerse cómodos.

Luego de transcurridos estos cinco minutos, dependiendo del servicio que se contrate, el precio variará: tres euros la media hora si es una habitación, dos por una litera y uno y medio para el sofá.

Por otro lado, este espacio de siesta no tiene despertadores. Para evitar molestar a todos los que están descansando, el cliente determina a qué hora quiere ser levantado y una persona se acerca con calma y paz para avisarle que ya es tiempo. El establecimiento cuenta además con café, diarios e internet.

“La media de edad de las personas que vienen es de 30 a 45 años”, afirma a El País Johan Grillo , encargado del local, que cuenta también que no hay mucha diferencia entre el número de hombre y el de mujeres que asisten.

“Ya puedes venir a sentarte en una butaca con reposapiés, leer un buen libro, echarte una cabezada en una cama como si fuera la tuya, conectarte a internet, te prestamos prensa diaria, tablets, cargadores de móvil. También dispondrás de mesas de estudio, por si estás estudiando un máster o un idioma” anuncian desde el sitio web de la empresa.