Gracias por la música: el rock, un breve espacio de libertad que desafió la dictadura

Qué estábas haciendo aquel día de 1976, cuando la Junta Militar tomaba el Gobierno, se pregunta Lucas Culell, y subraya la importancia de la música como refugio en los años más duros de nuestra historia.

¿Qué estabas haciendo cuando cayeron las Torres Gemelas? ¿Dónde viste el gol de Maradona a los ingleses? ¿Cómo te enteraste que había terminado la Guerra de Malvinas? Son esas preguntas, entre tantas otras, que alguna vez nos hicimos sobre hechos que quedaron guardados para siempre en la memoria de los argentinos. Así ocurre, también, con el 24 de Marzo, ese día triste en que los militares tomaron el poder por fuerza, encarcelaron la libertad y suprimieron por muchos años la democracia.

Entre los que pasamos los 40 al menos, la pregunta que nos hacemos o la charla obligada en bares, oficinas, reuniones familiares o de amigos es qué estábamos haciendo aquel día de 1976 cuando nos enteramos que la Junta Militar tomaba el Gobierno.

Tal vez pocos imaginaron que, con el correr de los años, aquel hecho sería el comienzo de la época más triste y oscura de la historia Argentina. Muerte, desapariciones, saqueo y, como corolario, una guerra injusta que se cobró cientos de vidas y marcó con más sangre esa etapa de la historia.

Mientras tanto, fue transcurriendo la vida de los argentinos entre la escuela, la bicicleta y el fútbol en la calle con amigos, el seno familiar, el trabajo, la mesa de café, la música…

La Música, ese espacio que nos permitía escapar de tanta tristeza e incertidumbre. Los artistas, quizá inspirados en la tragedia cotidiana, hicieron historia escribiendo canciones que marcaron a fuego varias generaciones que se adueñaron de ellas sintiéndolas como propias. Una consecuencia más de la terrible Dictadura: el exilio de muchos de ellos.

Canciones prohibidas en la dictadura

La dictadura censuró hermosas canciones; algunas con contenido social y compromiso político y otras, “simplemente”, “contrarias a la moral occidental y cristiana”, según el autoritario criterio de las autoridades de ese momento.

En esa época en la que no teníamos acceso a Google, Youtube y tantos otros adelantos tecnológicos que hoy nos parecen normales, no era fácil escuchar estas canciones, ya que estaba prohibida su venta y no eran difundidas por los servicios de radiodifusión.

Sandro, Palito Ortega, León Gieco, Charly García, Cacho Castaña, Horacio Guarany, y otros extranjeros como Roberto Carlos, Pink Floyd, Rod Stewart y Eric Clapton, entre otros, sufrieron en carne propia la falta de libertad de expresión en sus trabajos.

 

 

El Rock siempre estuvo

“Yo formé parte de un ejército loco, tenía veinte años y el pelo muy corto… Amar a la Patria bien nos exigió, si ellos son la patria yo soy el extranjero”, cantó Sui Generis en su disco “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”, en 1974, manifestando su experiencia del servicio militar, canción censurada por la Junta.

Con el conflicto del Atlántico Sur, la dictadura dispuso que no podía difundirse por los medios de comunicación música en inglés. Fue allí cuando las radios comenzaron a “echar mano” a discos en castellano y el rock nacional renació y asomó su belleza por rincones de lo más diversos. A esa circunstancia se refirió Zas, en su tema Huevos, “si pasan música nacional no es que se hayan dado cuenta que la cultura de un país está en su gente… y yo se que aquí hay polenta…”

Con la primavera de la democracia del año 1983 ya habían comenzado a regresar los cantantes argentinos de su exilio, y empezamos a escuchar que “Libertad era un asunto mal manejado por tres: libertad era Almirante, General o Brigadier…” Volvió Piero y llenó los escenarios porteños y del interior, que rezaban a una sola voz “Para el Pueblo, lo que es del Pueblo…”

Sandra Mihanovich le puso la voz a una canción escrita por Marilina Ross: “Puerto Pollensa”, considerada un himno de la diversidad sexual. Charly García sentenciaba que podían desaparecer los amigos del barrio “pero los Dinosaurios VAN a desaparecer”.

Víctor Heredia, tras la desaparición de su hermana Cristina, llenó teatros de todo el país y, además de pedir “que nos digan adónde han escondido las flores que aromaron las calles persiguiendo un destino…”, finalizaba sus recitales con “El misterioso Dragón”, y cientos de personas cantando “si queremos empezar a construir la paz, un ladrillo hay que llevar… Nada es sencillo aquí, ante todo está el dragón que con su fuego intentará parar la construcción…”.

 

 

Estas, y miles de canciones más con claras metáforas y otras directamente refiriéndose a aquellos años difíciles, ayudaron también a escribir la historia y a abrir los ojos de muchos argentinos que junto a sus artistas pudieron expresar miedos, angustias, reclamos y hasta vieron una luz de esperanza en los albores de la tan ansiada Democracia.