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Harley: el perro coterapeuta que alivia el estrés de médicos que luchan contra el Covid en México

Harley se sumó a la asistencia emocional de trabajadores de la salud que, tras 50 días en la primera línea de combate, muestran signos de ansiedad, angustia o depresión.

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El personal de salud que lucha contra la COVID-19 en un centro médico nacional de la Ciudad de México, la más afectada del país por la pandemia, ha tenido la ayuda de un singular coterapeuta para relajar la tensión acumulada por las duras jornadas.
Equipado con gafas, traje protector y botas, Harley, “el Tuerto”, un perro de raza Pug, entró en acción recientemente para la asistencia emocional de trabajadores que, luego de 50 días en la primera línea de combate, muestran ya signos de ansiedad, angustia o depresión.

Harley, de tres años de edad, trabaja en el Centro Medico Nacional “20 de Noviembre”, un emblemático hospital de México, como integrante del servicio de Psiquiatría, Paidopsiquiatría, Psicología y Neuropsicología.

El coterapeuta canino, con experiencia en pacientes con problemas psicológicos, genere con su afable carácter sonrisas entre médicos, enfermeras y demás empleados, que en muchos casos aún no han vuelto a ver a su familia desde el comienzo de la emergencia.

“El objetivo es distender parte de la tensión que se vive todos los días en la rutina de trabajo de los compañeros que conforman la primera linea de acción y creo que, en ese sentido, vamos cumpliendo el objetivo”, dijo a Xinhua la psicóloga y neuropsicóloga, Lucía Ledesma.

La especialista relató que realizan las terapias antes de que el personal comience su turno con pacientes y los trabajadores cargan o acarician a Harley, mientras que otros se comunican por videollamada con sus pequeños hijos para saludarlos acompañados por el can.

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“Es un perrito afable, sociable, ecuánime; muy difícil que se altere, puede tolerar el contacto social de manera muy significativa para este tipo de intervención y eso genera el ambiente propicio”, describió.

El centro médico, perteneciente al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), es uno de los hospitales que México reconvirtió para atender contagios en la capital mexicana, la entidad más afectada, con más de 8.100 casos confirmados y 696 muertes.

Sin contar las municipalidades suburbanas, la ciudad más poblada del país acumulaba el 27,7 por ciento de los 29.616 casos confirmados y el 23,5 por ciento de las 2.961 decesos hasta el jueves reportados por México, que, según la OMS, era la sexta nación de América con más contagios.

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Como otros hospitales de la ciudad, la pandemia cambió drásticamente la rutina del centro médico de alta especialidad e investigación científica ubicado en el comercial barrio Del Valle, en el sur de la urbe, con personal volcado en la atención del brote.
Los trabajadores enfrentan un desafiante escenario en el que hay pérdidas de vidas, algunas de integrantes de una misma familia, trabajando con equipos de seguridad durante ocho horas, lo cual causa desgaste físico y en medio de un cambio de rutina en su vida personal, enumeró Ledesma.

“Es un fenómeno sanitario que vemos de cerca cómo nos impacta a todos a diferentes niveles. Por ello tratamos de implementar medidas creativas, estratégicas, que puedan aportar desde nuestra área lo máximo posible”, apuntó.

Ledesma explicó que prepararon desde febrero la incorporación de Harold al apoyo emocional para el momento en que comenzara la fase tres de la pandemia en México, que, según las autoridades de salud, a partir de esta semana lidiaba con el pico de contagios en la ciudad.

Sólo el pasado jueves, el país reportó 1.982 nuevos casos confirmados, la mayor cantidad para un sólo día, con más de 600 de ellos en la Ciudad de México.

“Es evidente que ya hay un cambio en las condiciones psicológicas, tanto de nuestros pacientes hospitalizados, de sus familiares, como de los compañeros trabajadores”, señaló la psicóloga.

Detrás de las intervenciones de Harley en las terapias, que son de máximo una hora por turno, hay un equipo interdisciplinario apoyado por especialistas en bioseguridad, veterinaria, medicina interna y enfermería.

La especialista expuso que Harley estaba acostumbrado al uso de gafas desde el año pasado por un accidente en un ojo y se entrenó a partir de febrero para habituarse al resto del equipo de protección, que genera empatía entre los empleados que también visten trajes de seguridad.

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“Tiene su propio protocolo de aseo, las personas que están interactuando con Harley tienen sus propias indicaciones antes de participar (…) Tratamos que sea lo más libre posible pero siempre cuidando los lineamientos de bioseguridad”, dijo.

Criado por el equipo de Psicología del hospital, el can había participado hasta antes de la pandemia en terapias para pacientes con afecciones psicopatológicas o psiquiátricas y en intervenciones colectivas.

Ahora, Harley se puso al servicio de personal ávido de momentos gratificantes ante la emergencia sanitaria por el complejo virus, que comentó Ledesma, ha implicado un continúo estrés diario por sus efectos sanitarios, económicos y sociales.

“Algo que pega a todos es el tema del contacto físico, una de las evidencias que ha demostrado este tipo de intervenciones, que son sencillas y complejas a la vez, es que hay cambios neuroquímicos al momento de tener contacto con un animal de asistencia”, indicó.

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