El Síndrome de Asperger es uno de los Trastornos del Espectro Autista (TEA) más comunes y menos conocido, que genera prejuicios y discriminación como ocurrió en el caso que cobró relevancia mediática internacional en el que un niño de un colegio en Argentina fue cambiado de curso, provocando la algarabía del grupo de madres de los compañeros de escuela de este chico que festejaron el suceso a través de un chat grupal en la red Whatsapp.
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Ante tal hecho, se pone en evidencia los costados más aberrantes de la discriminación, la crueldad y la falta de empatía de los seres humanos. Paola, la mamá del nene en cuestión, no dudó en dar su opinión del caso y manifestarse en defensa del accionar del colegio San Antonio de Padua, de la localidad de Merlo, donde tuvo lugar el suceso.
“A mi hijo le gusta tener amigos, él lo intenta, más allá de que a veces no entienda los juegos de sus amigos. Por ejemplo le gustan los Pokemon porque todos hablan de eso, él siente que está perdiendo ese vínculo, que se lo están sacando”, explicó Paola en la cadena de noticias TN.
Con respecto al tratamiento del caso por parte de la institución educativa, Paola subraya que: “Yo me saco el sombrero por como ha manejado el colegio, estaban desbordados por la presión de los padres”.
Pero no duda en señalar a los responsables. En todo momento explica que los progenitores de los otros chicos le hicieron la vida imposible a los responsables de la escuela hasta que les forzaron a ceder. Incluso hicieron, según se supo en su momento, una huelga para exigir que cambiaran al niño de clase. Estas madres no llevaban sus hijos al colegio hasta que no cambiaran de curso al niño con Asperger.
Consultado por el periódico El País, de España, el psicólogo Guillermo Fouce, vocal de Intervención Social del Colegio de Psicólogos de Madrid y presidente de Psicología Sin Fronteras explica que “Los niños con síndrome de Asperger buscan el cariño y la cercanía porque notan el rechazo. Es verdad que pueden presentar dificultades porque intentan comunicarse y relacionarse de una forma diferente, pero un trabajo previo con sus compañeros habría facilitado su integración.”
Paola explica que ya desde la guardería se detectaron comportamientos especiales de su hijo, y por eso acudió a especialistas que le diagnosticaron el Síndrome de Asperger.
Pero insiste en que para el niño es muy importante no perder el contacto con sus amigos, por eso el colegio está buscado ahora una solución intermedia después de la polémica creada.
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En ese sentido, el psicólogo Fouce aclara que “Siempre se debe dar información a los menores adaptada a su edad y lenguaje, con ejemplos que les pongan en los zapatos de ese niño. Aquí ha fallado la empatía, la información y el trabajo previo de inclusión para que las familias entiendan este trastorno y sepan interpretarlo. Y eso debería hacerse, aunque le hayan cambiado de clase, porque los hijos de las familias que pedían su expulsión todavía están expuestos a la discriminación que transmiten sus padres”.
A pesar de su dolor y de su enojo, Paola puede diferenciar en todo momento quienes actuaron de modo poco responsable con la educación y la integración social de su hijo. “La mayoría de las escuelas en Argentina son inclusivas”, defiende Paola.
“Pero esto son cuestiones sociales. Yo me puse en el lugar de estas madres pero ellas no se pusieron en nuestro lugar. Ahora hemos acordado con la escuela que él puede ser flexible en la agenda. No va a estar fijo en un curso, se va a repartir entre los tres o cuatro grados que hay”.
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