Hace algunos años, los padres solían recurrir a caramelos, golosinas o juguetes para tranquilizar a los más pequeños. Hoy recurren celular, que es la alternativa usada por la gran mayoría y por eso recibe el nombre de “caramelo electrónico”. Es importante destacar que esta decisión no ayuda para nada en la educación de los niños.
Hay mucho padres y madres que creen que no son capaces de calmar a sus hijos cuando sufren berrinches o sienten algún malestar, y por eso optan por darles el celular y llenarlos de ruidos estridentes e imágenes inquietas.
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Al entregarle a un niño el “caramelo electrónico”, los padres están demostrando que ellos no son capaces de calmarlos de otra manera que no sea con el celular a modo de golosina o placebo.
Si un día se le dijera a un niño que encuentre otra manera de calmarse, el podría responder que no se le ha enseñado otra forma, por eso seguirá pidiendo el celular como entretenimiento.
Antes mientras los niños jugaban, los padres estaban en constante contacto mirándolos para aplaudirlos, felicitarlos o retarlos si fuera necesario. Siempre los niños estaban bajo la mirada de los padres.
Los juguetes eran la forma segura para practicar el autocontrol en los niños, quienes si se aburrían tenían diversas alternativas de juego: desde un autito, una pelota, una muñeca, un cuento o algunas hojas y lápices de colores.
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Hoy en día no se le enseña a los niños a hacer cosas vitales que los hagan independientes. Por ejemplo: antes hace algunos años, los chicos mientras jugaban con los autitos, se relataban historias y se ponían reglas de juego a sí mismos. De esta forma, en este juego de hablarse ponían en práctica lo que los padres les enseñaban: ahora es tu turno, ahora me toca a mí, etc.
La clave es que la madre y el padre se tomaban tiempo para sentarse y jugar con los hijos a diferentes juegos y actividades. Ahora, en cambio, el niño está en su casa y no sabe jugar porque no aprendió a hacerlo. Pero sí sabe manejar mejor que los grandes la computadora, poner videos juegos, y mirar dibujitos en la televisión todo el día.
¿Eso es lo que esperamos de nuestros hijos? Si no se le enseña a los chicos de los 2 a los 6 años a jugar, si no se les estimula la imaginación, si no se les enseñan las reglas de los juegos, si no se les da el ejemplo de compartir, ¿cómo logrará ese niños orientarse y manejarse en la realidad cuando empiece la escuela primaria?
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La frase suena un poco ruda y fuerte, pero lamentablemente si no nos detenemos a pensarlo así, los chicos no aprenderán y hoy los vemos aburridos en una plaza o en sus hogares, incluso teniendo una pila enorme de juguetes para elegir. Sin mala intención y sin quererlo, los padres no se involucraron en los juegos de los niños y por eso se hipnotizan en las pantallas. Pero con un poco de tiempo y dedicación se puede revertir esta situación y darle herramientas a los niños para que jueguen, inventen, creen y sueñen.
El niño recibe diversos estímulos desde que es bebé, tanto con juguetes como con música y expresión corporal, y así va tomando noción del mundo que lo rodea. Luego, a medida que va creciendo, los juegos se van adaptando a su edad y los juguetes requieren que el niño tenga más habilidades.
Por más que se intente establecer la idea de que las pantallas educan y ayudan a crecer a los niños, no es así. Si no hay un adulto al lado enseñando y buscando las aplicaciones y juegos más seguras, confiables y adecuadas a la edad del niño, las pantallas solo fascinan y enganchan pero sin educarlos ni transmitirles ningún tipo de valor positivo para su vida adulta.
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Las pantallas son un elemento más en el área de entretenimiento del niño pero deben ponerse pautas tales como:
Si éstas reglas no se practican tanto en adultos como en niños, estarán un domingo sentados todos en el sillón pero ensimismados cada uno en su celular u otra pantalla. Y cuando el niño comience la primaria es muy lógico que sucedan las siguientes cosas:
Todo esto será ocasionado por un déficit de atención. Como consecuencia de ello, es muy probable que la maestra cite a los padres para decirles que el niño es hiperactivo y que padece de TDAH, pero la realidad es que no tiene nada de eso. Solo hay que educarlo y dedicarle tiempo de calidad.
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