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Las familias no son perfectas, pero son el mayor tesoro de la sociedad

La psicóloga Erika Otero explica por qué, más allá de sus problemas e imperfecciones, las familias son un pilar fundamental de una vida feliz.

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Yo no soy el mejor ser humano del mundo; sin embargo, hay algo que sé con certeza: soy capaz de dar mi vida por mi familia sin dudarlo.

De los recuerdos de mi infancia más vívidos que tengo, es el de ir sentada al lado de mi madre en la silla cerca a la ventana en el transporte público, y ver niños vestidos con ropas sucias y dañadas que dormían pegaditos unos a otros protegiéndose del frío. Cuando le pregunté a mi mamá por qué esos niños estaban en esas condiciones, me dijo: “ellos no tienen hogar porque han huido de su casa”.}

¿Qué puedes hacer para promover la paz mundial? Ve a casa y ama a tu familia (Madre Teresa de Calcuta)

Las familias no son perfectas

Sí, cuando uno es niño, no alcanza a promediar lo afortunado que es de tener un padre, una madre y una hermana. Pese a eso, con el tiempo uno se da cuenta de que hay niños que no pueden disfrutar del mismo privilegio.

“La familia puede enfadarte como nadie, pero también es lo que hace que la vida merezca la pena” (Hugh Jackman)

Sí, las familias no son perfectas, no creo que exista alguien que piense que así es; pero ciertamente muchas pueden ser felices en medio de su imperfección.

En el caso de la mía, mis padres se separaron cuando yo tenía 11 años, y a lo largo de mi infancia y pubertad tuvimos que pasar por situaciones que ningún niño ni joven merece vivir. Sin embargo, las cosas cambiaron y como familia nos fortalecimos y nos hicimos más unidos.

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Atrás quedaron los malos momentos, las peleas, las dificultades y ahora vivimos en armonía. Sí, tenemos dificultades en ocasiones, pero jamás permitimos que estas se apoderen de nuestra convivencia.

Hay muchos tipos de familias, pero todas sin ningún tipo de distinción y a su manera, -si logran hallar el punto medio- pueden y deben salir adelante, ofreciéndole a sus miembros amor, consejo, ayuda, apoyo, crítica constructiva y todo lo que le garantice que van a estar ahí sea que los necesiten o no.

“Familia significa que nadie se queda atrás, ni se olvida” (David Odgen Stiers)

Para tener una familia se requiere ser valiente

Sí. Y mucho. Algo que todos debemos tener claro es que la lucha no es para las personas débiles o cobardes, y mantener una familia unida requiere mucha fortaleza.

Ninguna persona se fortalece si no sabe enfrentarse a las dificultades de la vida; igual pasa con las familias. Cada momento difícil, crisis emocional, económica, de pareja, problema con los hijos, hace que se muestre de qué está hecho cada miembro de la misma.

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Pero es que no solo se fortalece el grupo familiar como tal. Cada miembro de la familia descubre que tanta fuerza, amor y deseos de apoyar a sus familiares tiene dentro de sí.

Y es que amar a alguien pese a todos sus errores, sus fallas y ofensas es difícil. Es más, el hecho de compartir lazos familiares y afectivos hace que el dolor de los enfrentamientos sea más intenso; sin embargo, también puede llegar a ser un gran punto a favor a la hora de conseguir el perdón y poder seguir sintiéndose bien en compañía de ese ser amado.

Amar a alguien que comete fallas que no son tan graves es fácil, pero amar a un miembro de la familia que una y otra vez se mete en problemas es realmente un reto al que toda familia debe hacerle frente.

La familia como base de la sociedad

Esto es algo que nos repiten a diario en el colegio, pero uno no puede llegar a comprenderlo del todo hasta que es adulto.

En casa aprendes lo básico, principios y valores que te ayudan a relacionarte con los demás. Del ejemplo de tus padres vas a adquirir los gustos que marcarán con alta probabilidad lo que vas a hacer para ganarte la vida. De la unión con tus hermanos vas a tener a tus primeros amigos y cómplices. Gracias a tus abuelos conocerás el amor más puro que pueda dar un ser humano.

La sociedad en la que vivimos no es más que la muestra en grande de lo que son las familias que residen en ese país, del valor de sus personas y del amor que sus padres profesaron a sus hijos.

Mi familia, mi mayor tesoro

En mi caso personal debo admitir que mis padres fueron muy estrictos conmigo. De pequeña era muy rebelde, así que ellos tuvieron que moldear mi carácter; si no hubiera sido de esa manera, posiblemente sería una mujer caprichosa y (tal vez malvada).

En cambio, su dedicación y guía me hicieron una mujer dispuesta a dar de mí lo mejor en todo momento y situación. Sí, he cometido errores de los que me arrepiento, pero no fue más que el resultado de mi libre albedrío y no culpa de ellos; sin embargo, aún en esos momentos he contado con el apoyo incondicional de mi familia.

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Respecto a mis aficiones, comencé a amar la lectura gracias a mi padre porque es adicto a ella. Mi madre siempre ha sido muy hábil con sus manos y hace bellezas en crochet, y aunque adoro lo que hace no soy capaz de hacer ni una cobija en 2 agujas. Pese a eso, adoro como se esmera por darnos siempre lo mejor, por apoyarnos y eso lo aprendí de ella.

Igual sucede con mi hermana, hay días que no la tolero y discutimos por nimiedades; pero como sea, es mi hermana, y con el paso del tiempo siempre terminamos riéndonos de sus ocurrencias y apoyándonos. Tengo la certeza de que al morir mis padres en ella voy a tener un apoyo que difícilmente algún otro familiar podrá llegar a darme. Lo ha hecho en otras ocasiones y de verdad sé que es una persona incondicional.

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Con la familia somos todo y sin ellos no somos nada. Dependemos de ellos para aprender lo más básico y grandioso, y cuando miembros de esta van muriendo, lo que nos queda son sus recuerdos, enseñanzas y amor; este es su gran legado.

 

  • Erika Patricia Otero: Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.

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