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Qué es el cohousing: viviendas colaborativas para envejecer entre amigos

Te contamos qué es el Cohousing o covivienda, una nueva tendencia urbana de viviendas colaborativas para vivir la vejez de otra manera. Por qué tienen tanto éxito.

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Vivimos cada vez más años y la soledad se ha vuelto uno de los grandes problemas de la vejez. El aislamiento social y la falta de redes de afecto y contención es una de las preocupaciones más importantes de los gobiernos y de los expertos en lo que tiene que ver con la nueva longevidad. En ese marco, un novedoso sistema de viviendas colaborativas para envejecer entre amigos gana terreno y se expande en todo el mundo. Te contamos qué es el cohousing o covivienda y cómo es la tendencia que llegó para quedarse.

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Qué es el cohousing

Si te preguntas qué es el cohousing y por qué cada vez más adultos mayores lo toman como opción, te invitamos a repasar algunas cuestiones. Se llama así a un tipo de vivienda colaborativa que intenta combatir y superar la alienación y el aislamiento que ha generado la vivienda actual en las grandes ciudades, en la que nadie conoce a sus vecinos y en la que se ha perdido el sentido de la comunidad.

Las casas o comunidades colaborativas son una especie de barrio formado por viviendas individuales, en las que las personas comparten servicios comunes, comedores y actividades sociales y recreativas a fin de sentirse menos solos y bajar el nivel de gastos.

En general, son casas privadas con su cocina propia, comedor, baño privado, etc., pero integradas a amplios espacios y facilidades comunes

Coviviendas: juntos pero separados

Si bien varía según los países y los arquitectos, el espacio común suele incluir un espacio compartido, salas multiusos, facilidades recreativas, lavadero, biblioteca, talleres, zonas verdes, huerta comunitaria, espacios para los niños, etc. La clave es cómo están diseñados los cohousing, ya que están pensados para compartir sin invadirse.

El diseño físico de un barrio de viviendas cohousing fortalece el sentido de la comunidad sin sacrificar la opción de la intimidad. Por eso son una gran opción para disfrutar de la vida con amigos o con personas de edades similares, sin sufrir aislamiento o soledad, y evitando las clásicas residencias de personas mayores.

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Es que, según las estadísticas, la mayoría de las personas mayores viven solas o con sus parejas en su propia casa (83,6%) y más de la mitad considera poco o nada probable vivir en un futuro en una residencia para adultos mayores o geriátrico. La gente cada vez vive más o con mayor salud y autonomía y estos espacios permiten disfrutar la etapa de retiro de otra manera.

Por eso está en auge esta nueva modalidad de viviendas para personas de la tercera edad que están solas. Es un sistema que se viene imponiendo en muchos lugares del mundo.

Claves del sistema cohousing

Se trata de una urbanización o comunidad formada con viviendas independientes y adaptadas a las necesidades de sus residentes en las que conviven personas mayores (a veces también de otras edades). En este tipo de viviendas, consiguen mantenerse activos socialmente, ganando una calidad de vida que en la ciudad a veces se pierde.

Muchos cohousing tienen servicios comunes para limpieza, actividades de ocio, comedores, reuniones sociales, etc., y también es una manera de compartir costos y bajar los gastos. En muchos países todo está autogestionado por los propios usuarios, que buscan de esa forma convivir con sus amigos o personas conocidas.

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Origen del cohousing

El origen de este tipo de organización de vida hay que buscarlo en los años 70, cuando en algunos países nórdicos algunas familias jóvenes decidieron agruparse en pequeñas comunidades para compartir algunas demandas cotidianas.

A diferencia de la forma de vida comunitaria, muy extendida por aquellos años, estos grupos plantearon que el cohousing era una manera de compartir y convivir sin perder la individualidad y privacidad de cada propietario o familia. La diferencia es que, en los barrios de viviendas colaborativos, los habitantes mantienen en todo momento una economía propia y una vivienda de uso privativo. Pero, lo que les permitía esta nueva organización, era compartir labores domésticas, crianza, actividades recreativas, etc. Una red de sostén por demás de interesante.

En los 80, cuando algunos de aquellos pioneros comenzaron a envejecer, descubrieron que sus necesidades eran diferentes a las de las personas más jóvenes y empezaron a crear comunidades “senior”.

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En estos grupos colaborativos, cada uno o cada pareja posee un departamento o casa privada para preservar su intimidad y comparten grandes áreas comunes y actividades en talleres, excursiones, fiestas, conciertos, obras de teatro, etc., sin olvidar la asistencia médica cuando lo precisan.

El cohousing se asemeja a un pequeño barrio o a una comunidad de vecinas y vecinos bien avenidos, porque lo crearon con esa intención de vida colaborativa y mutualismo comunitario.

Allí no hay jerarquías y los roles se reparten de forma natural. La economía es privada y las viviendas cuentan con todos los elementos que aseguran la independencia de los residentes.

A pesar de ello, o justamente por este motivo, existen zonas comunes significativas, que se comprenden como extensión de las viviendas cuya administración sigue a cargo del grupo que habita la comunidad.

En España, esta iniciativa está apuntalada de muchas maneras por la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP), una organización sin fines de lucro creada y dirigida por personas mayores. Según sus datos, el “cohousing” es conocido por dos de cada tres adultos mayores españoles y cuatro de cada diez lo consideran una buena alternativa para tomar después del retiro.

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Adultos mayores y cohousing

Son muchos los países donde estas urbanizaciones ganan terreno. El cohousing se ha convertido en una tendencia creciente entre los adultos mayores porque revitaliza y fomenta la actividad y la sociabilidad en personas que empiezan a retraerse y aislarse.

Además, el cohousing fomenta la colaboración, la participación, el liderazgo y las ganas de crear, y fomenta la integración social y la colaboración entre vecinos. Es un espacio pensado para disfrutar los beneficios relacionados con el compañerismo y los lazos sociales.

A diferencia de los tradicionales asilos de ancianos, geriátricos o residencias de adultos mayores, las viviendas colaborativas son lugares donde el estilo de vida y la filosofía son totalmente diferentes

Los asilos, por lo general, son impersonales, y el grado de dependencia es alto. Además, todo está pautado y son lugares muy costosos sin son razonablemente dignos y limpios. En las coviviendas la lógica es otra: es vital, es activa y tiene una lógica vinculada al sostén mutuo y la solidaridad.

Iniciativas de cohousing en Argentina

En Argentina, este tipo de urbanizaciones son más recientes, pero existen varios proyectos basados en este concepto que son muy interesantes. Hay desarrollos y grupos en distintas provincias, y tanto en Google como en Facebook uno puede encontrar alternativas y propuestas, más y menos avanzadas.

“El co-housing, más que arquitectura, es una forma de intercambio social, de añoranza de barrio en el que se cancela el anonimato: se trata de tener un vínculo con gente afín en el que uno logra compartir y combatir el aislamiento”, comenta el arquitecto del proyecto El Gigante, en La Plata.

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Se llama Guillermo Durán y sostiene que cualquier grupo humano puede construir su propio barrio a medida. En este caso, las resoluciones colectivas no solamente designaron espacios comunes, como dos centros comunitarios, una cooperativa de trabajo, huerta con frutales y una plaza, sino que también aunaron los criterios en la construcción de las casas privadas, todas con materiales ecológicos.

La tendencia avanza, como ocurre en otros lugares del mundo. De hecho, las “viviendas tuteladas” o “edificios protegidos”, que ya existen en el país, son complejos habitacionales especialmente pensados para personas mayores autoválidas.

Este tipo de viviendas se inscriben dentro del movimiento “cohousing” y son una excelente alternativa frente a los geriátricos y residencias, donde la calidad de vida de la persona se empobrece en términos de vida activa y vínculos sociales.

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