La abuela Ñata: de enfermera a escritora a los 95 años

Emocionante historia de vida de una mujer de 95 años que, habiendo sido parte de la primera generación de enfermeras de la Cruz Roja Argentina en La Plata, se dedició a escribir después de jubilarse.
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La abuela Ñata fue enfermera y, al jubilarse, comenzó a escribir transformándose en una  escritora muy especial. Tenía 77 años cuando eligió el nuevo camino y ya publicó tres libros. Se llama Ana Pilar Andrade, también grabó audiolibros, se dedicó a relatar cuentos para ciegos y conoció al Dr. René Favaloro. Conozcamos su historia.

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La abuela Ñata

Ñata es una abuela que luce espléndida y radiante, la vas a encontrar sentada frente a la computadora, siempre vestida y maquillada, pero lo más importante es su hermosa sonrisa que va de oreja a oreja y unos ojos de los que brota una felicidad absoluta.

A sus 95 años, seguramente es una de las las abuelas tecnológicas más longeva del mundo: maneja la computadora y el celular como cualquier joven, y sin miedos ni prejuicios acaba de publicar su tercer libro en plena pandemia por coronavirus.

Quería dejar este recuerdo a mi familia cuando ya no esté

Hoy en día se encuentra librando varias batallas, su movilidad es un poco reducida y tiene una importante sordera, a la cual la abuela Ñata le da pelea y se aferra más que nunca a la vida.

Ñata espera soplar las 96 velitas el próximo 1° de septiembre en su casa de la Ciudad de La Plata, donde nació y vivió toda su vida. Hoy comparte su hogar con Angélica, una señora que la asiste y la cuida, ya que no puede desplazarse por sus propios medios.

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La abuela Ñata cuenta a distintos medios que desde sus 87 años asiste al Pepam, el Programa de Educación Permanente para Adultos Mayores que depende de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

Empezó a escribir una serie de cuentos, que ahora se convirtieron en 21 microrrelatos y siete poemas durante los últimos ocho años, pero le “habían quedado en el tintero”, según cuenta. Hoy se transformaron en Cuentos para la mañana, de Editorial hinvisible (así, con “h” al principio).

Los relatos los fue creando en el taller literario. Mariano Dubin, uno de sus profesores, le aconsejó publicar el libro. Son cuentos cortos, de una o dos páginas, algunos son simples, otros de ficción, algunos con finales más creativos y otros describen una realidad tan cruda que estremece como Josefina y Malena, o Violencia de género y el emotivo poema, Los niños pobres.

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Su hija Marta Pardo es artista plástica e ilustró la tapa del cuento y algunas de las páginas, Ñata cuenta que su familia es “el principal motor de su vida” y que la ayudaron a publicar Cuentos para la mañana, el libro que dejará como legado. También colaboraron su nieta Caro que seleccionó algunos de los cuentos y consiguió la editorial, además de ponerle el título y su bisnieto Tadeo qye le armó el video.

A pesar de sus 95 años, Ñata vive su longevidad con una frescura increíble y siente que la tecnología es una forma de mantener viva la juventud y dejarla suspendida en el tiempo, a veces se siente como de 25 años.

Se conecta por Zoom para hablar con sus nietos que viven lejos, también chatea y postea desde su cuenta de Facebook y se la rebusca para escribir sus cuentos en la notebook, a pesar de sus limitaciones de movimiento de su brazo derecho. Pero dice que de todas las App ella prefiere el WhatsApp porque le permite una comunicación rápida.

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La abuela Ñata: su historia de vida

Ana Pilar Andrade tiene en su haber 95 años de dolor, sacrificio, fortaleza y mucho amor por el prójimo. Es hija de padres inmigrantes, su madre española se llamaba Carolina y falleció antes que ella cumpliera 14 años. Su padre Joaquín, portugués, lo recuerda como un hombre humilde, “bastante bravo” que trabajaba como peón en las estancias en La Plata. Por lo que: “Yo me crié solita”, cuenta la abuela-escritora.

En la escuela Nº 45 “Dardo Rocha”, que fue su refugio en su niñez, descubrió su pasión por la literatura. Cuenta que desde muy pequeña le gustaba leer y escribir, y su materia favorita en la primaria era Lectura y Escritura. En su casa escribía poemas y otras cosas muy cortitas en un cuaderno. Y cuando ya era joven iba sola a la Biblioteca para leer La interpretación de los sueños, de Freud”, recuerda.

A ese colegio ubicado en el Barrio El Mondongo, iba René Favaloro donde lo conoció, esto por supuesto mucho antes de convertirse en una eminencia en medicina, ella siempre tiene a este hombre presente en su memoria. ” Aunque él iba un año más que yo, una vez lo vi y conversamos en el acto por el centenario de la escuela. Es un genio de la medicina. En el frente de su casa hay un mural con la imagen de Favaloro junto con otra del fallecido Padre Carlos Cajade de La Plata.

Otra de sus hazañas para su época fue que la abuela Ñata nunca bajó los brazos en tiempos en que las mujeres no iban a la secundaria, porque el trabajo y las tareas de la casa eran la principal tarea destinada y demandada para las mujeres.

En 1946 se convirtió en la primera generación de enfermeras de la Cruz Roja Argentina en La Plata, donde fue abanderada y se recibió con el mejor promedio. Luego, trabajó en bancos de sangre en hospitales y en institutos de menores hasta que se jubiló de la profesión.

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¿Culpables o inocentes?

En el año 2002 ya retirada de la actividad laboral publicó ¿Culpables e inocentes?, su primer libro, en el que contó el maltrato de los empleados de los institutos contra los menores. “Después de jubilarme como enfermera, cumplí la promesa que les hice a los jóvenes internos de contar lo que pasaba en los institutos”, sentencia la autora.

También levanta en alto la voz por los Derechos Humanos y por las Madres de Plaza de Mayo. Tiene personas allegadas a sus familiares que están desaparecidas, son hermanas de su yerno; “una de ellas estaba embarazada, el nene nació en cautiverio y su hermanito Matías estuvo 20 días desaparecido cuando era bebé”, rememora con mucho dolor. Y completa: “Fue la época más terrible de mi vida. No quería que mis hijos siguieran estudiando en la Facultad. No estaba tranquila, no vivía. Si pudiera, acompañaría a las Madres en todas las marchas”.

Ñata siempre trata de estar informada de todo, leyendo el diario todas las mañanas y mirando los noticieros, por eso, no le escapa a ningún tema de actualidad, política e interés general.

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Lleva su profesión muy ferviente en su corazón y en el día a día, por eso como buena enfermera, también recomienda usar el barbijo y mantener el distanciamiento social para evitar contagios. “El coronavirus es un desastre. Tenemos que cuidarnos mientras no aparezca la vacuna. Necesitamos suero para inyectarles anticuerpos a los pacientes enfermos. En Argentina están usando el plasma de los enfermos ya que tienen anticuerpos”.

Su pasión por la escritura la convirtió también en narradora social, por eso grabó en fomato de audiolibro una poesía de Nicolás Guillén y relató cuentos en la Biblioteca Braille y Parlante de la provincia de Buenos Aires. Además como si esto fuera poco también desde que tenía 80 años hacía teatro comunitario en las plazas en La Plata.

En el camino debió superar una fractura del brazo derecho al caerse cuando hacia teatro en la plaza Islas Malvinas, y en otro momento dos fracturas de fémur, una en la parte alta y otra a la altura de la rodilla. Por esas caídas, estuvo en silla de ruedas cuando tenía 90 pero en poco tiempo logró rehabilitarse. Por eso usa un andador. “Tengo mucha fuerza de voluntad. El médico dice que tengo bien el motor, pero no la carrocería”, bromea.

Sus ganas de vivir y su tenacidad son un claro ejemplo de que se pueden concretar los sueños en tiempos de coronavirus y a cualquier edad. Espera con ancias sus 96 años que  piensa vivirlos con ese espíritu joven que no pierde a pesar de las circunstancias personales ni por la cuarentena del coronavirus. Pienso vivir unos cuantos años. Por eso no me entrego. Seguiré luchando. Y como decía Luis Sandrini: “mientras el cuerpo aguante hay que seguir para adelante’”.

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Hay una imposición cultural que dice que la vejez es sinónimo de deterioro y debilidad, y no es así, termina reflexionando la abuela, enfermera y escritora.

  • Cuentos para la mañana. Se pueden conseguir por el mail [email protected] o por el Facebook de Ana Pilar Andrade Pardellas, su red social favorita.

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