Es quizás uno de los santos más populares del devocionario cristiano. A él concurren en masa cada 7 de agosto un gran número de fieles a rezarle para conseguir trabajo o a agradecerle por tener una fuente de sustento con la que poder llevar el pan a la casa. Su historia es muy rica. Te contamos quién fue San Cayetano y por qué y cómo pedirle pan y trabajo.
Pan y trabajo han sido históricamente los pedidos para el patrono de los trabajadores, quien desde siempre ha sido una de las figuras centrales del culto católico. Pero son pocos los que conocen su historia de sacrificio y vocación por los demás que lo ha llevado a convertirse en este emblema religioso.
“Jamás dejaré de entregar lo mío a los necesitados hasta que me vea en tal pobreza que no me quede ni siquiera un metro de tierra para mi tumba, ni tenga un centavo para mi entierro” (San Cayetano).
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Cayetano de Thiene nació el 9 de octubre de 1480 en un pueblo del norte de Italia llamado Vicenza y murió el 7 de agosto de 1547 en la ciudad de Nápoles. Provenía de una familia muy adinerada que lo consagró a Jesús antes de nacer, por eso se llamaba Cayetano de Santa María.
A pesar de esta noble cuna, Cayetano a lo largo de su vida se desprendió de todos sus bienes y los repartió entre los pobres, trabajando para que otros pudieran comer.
Para eso se preparó como lo hacían los jóvenes de su época pertenecientes a este tipo de familias. Marchó a Padua y en 1504 se recibió de abogado en la Universidad de esa ciudad. Luego, el Papa Julio II lo nombra Protonotario apostólico y Camarero Pontificio. En 1516 fue ordenado sacerdote y entra en la Cofradía del Divino Amor.
En Vicenza se unió a un grupo de gente devota a los cuales prepara para atender a enfermos incurables. Fundó en Roma una congregación de clérigos llamada Teatinos, por haber sido el primer superior, el obispo de Teati.
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Es común que las estampitas de San Cayetano estén acompañadas de una espiga de trigo que esta simboliza el pan y el trabajo. Con el trigo se hace la harina, materia prima con la que se elabora el pan.
El primer milagro de San Cayetano ocurrió en Venecia, mientras visitaba un hospital en el que había una joven a la que le estaban por amputar una pierna debido a la gangrena que padecía.
Cuentan que Cayetano se acercó a su cama, le sacó la venda, le besó la pierna e hizo la señal de la cruz. Al día siguiente, cuando los médicos se disponían a realizarle la operación, descubrieron que la mujer estaba curada.
La historia del Santo también cuenta que, en épocas de sequía, un campesino le pidió a San Cayetano que interceda por la falta de agua y, a modo de agradecimiento, le dejó una espiga de trigo a los pies de su imagen. Tres días después, llovió tanto que la ciudad se inundó. Cuatro décadas después, en plena crisis económica de 1930, un sacerdote llamó por teléfono a algunos fieles para aconsejarles que rezaran al Santo de la Providencia y gracias a esto muchos mejoraron su situación en la que vivían.
Los comentarios de la gente, trasmitidos de boca en boca, fueron aumentando la devoción en ya consagrado Patrono que siendo noble y viendo la bastarda relación entre la corrupción y el poder, quiso vivir con total austeridad y ayudar a los más necesitados.
Por esta y otras acciones, al momento de su muerte ya era muy popular entre las clases bajas italianas
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Cayetano de Thiene fue beatificado el 8 de octubre de 1629 por el papa Urbano VIII. Luego fue canonizado el 12 de abril de 1671 por el papa Clemente X, luego de examinar numerosos milagros. Es desde entonces que la Iglesia Católica lo reconoce como San Cayetano, santo de la Providencia, patrono del pan y del trabajo.
Acercándonos a él podemos pedirle por trabajo, salud, bienestar, buena vida, provisión y una vida en abundancia
A los trigales se los identifica fácilmente en el campo por visualizarse como campos dorados por sus espigas de trigo, que reflejan su color dorado por reflejo del sol. Así como se asocia la espiga a San Cayetano, se identifica al color amarillo o dorado con el Santo del Trabajo.
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La famosa oración que los fieles rezan a San Cayetano es la siguiente:
¡Oh! Glorioso San Cayetano, Padre de la Divina Providencia, no permitas que en mi casa me falte la subsistencia. Que no nos falte el pan, la paz, y el trabajo; porque con portentosos milagros socorres a cuantos te invocan con fe en sus necesidades. Bienaventuranza eterna. Amén.
Dios de todo consuelo, Padre Misericordioso, que ves en lo secreto y conoces nuestras necesidades, que alimentas a los pájaros del cielo y viste a los lirios del campo, te pedimos por intercesión de San Cayetano, que nos ayudes a vivir siempre en tu amor y en el de nuestros hermanos, y así nos otorgues la gracia de que no nos falte el pan y el trabajo de cada día. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén
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