En esta era de vidas hiperagendadas, donde pareciera que no hay tiempo para la pausa, nos levantamos pensando en lo rápido que deberemos andar durante el día para cubrir todas las tareas que ya, antes que amanezca, tenemos pendientes y nos acostamos luego de correr todo el día, pensando en lo que nos faltó hacer y en si podremos mañana cumplir con todo.
Todo esto combinado con una clara aficción por el teléfono móvil, desde el cual recorremos nuestras redes sociales, enviamos mensajes de texto y de whatsapp y revisamos el correo. Pero en esa dinámica diaria, donde el ritmo prima, terminamos resolviendo de modo inadecuado algunas tareas a las que deberíamos prestarle más atención.
Un ejemplo de esto son los correos electrónicos laborales, que habitualmente respondemos apresurados contagiados de ese frenesí que en este caso nos lleva a escribir, algunas veces, con errores ortográficos.
Un estudio reciente realizado por Grammarly, una herramienta online que revisa documentos, ha descubierto, analizando los datos de las palabras que necesitaban ser corregidas en los textos, que los emails escritos entre la una y las cinco de la tarde son los que menos errores ortográficos contienen.
Lo que revela ese estudio es que los correros redactados en ese momento de las primeras horas de la tarde contienen 3,7 errores por cada cien palabras, muchos menos que los emails que se escriben a primera hora de la mañana, que contienen una media de hasta 11,8 errores, o los que se escriben a última hora de la noche, que pueden llegar a alcanzar hasta 14,3 errores por cada cien palabras.
Quizás, entre la programación de nuestras rutinas diarias, podríamos reservar un rato para responder correos en esa franja horario para evitar dar una mala impresión nuestra al enviar e-mails plagados de involuntarios “horrores” ortográficos.