La inteligencia artificial (IA) se refiere a la simulación de procesos de inteligencia humana mediante la programación de sistemas informáticos. Estos sistemas están diseñados para realizar tareas que normalmente requerirían inteligencia humana, como el aprendizaje, la percepción, el razonamiento, la resolución de problemas y la toma de decisiones.
La IA se ha convertido en un campo de estudio y desarrollo muy importante en la informática y la tecnología en general. Sin embargo, como todo, también trae sus efectos negativos.
Los Deepfakes son archivos manipulados mediante la inteligencia artificial para engañar a las personas. Estos pueden ser videos, imágenes o sonidos falsos que parecen ser reales u originales. Los ciberdelincuentes aprovechan la potencia de esta inteligencia para ejecutar ataques cada vez más sofisticados.
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El término “deep” proviene de “aprendizaje profundo”, y se combina con “fake” que significa “falso”. Por lo tanto, “deepfakes” hace referencia al uso de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático para crear archivos que parezcan auténticos, pero que en realidad son engañosos. La impresionante capacidad de estos programas informáticos para lograr una apariencia realista se basa en su capacidad para comprender y utilizar los patrones cognitivos del cerebro humano, lo que los hace sumamente engañosos.
Los ciberdelincuentes utilizan esta amenaza para secuestrar información y obtener acceso a datos confidenciales, o para generar ataques de desinformación e incluso manipulación en por ejemplo procesos electorales. Esto puede lograr la propagación de noticias falsas, influir en tomas de decisiones o desestabilización de relaciones, causando malestar e incertidumbre, entre otras.
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Si bien las deepfakes existen desde hace más de 30 años, aumentaron exponencialmente hace 5. Estas se consideran una evolución de las fake news que buscan la difusión de los archivos y manipular a las masas. Esto presenta un desafío cada vez mayor para los usuarios de la tecnología y las comunicaciones modernas.
Entre 2021 y 2022, las agencias gubernamentales de EE. UU. colaboraron para establecer un conjunto de mejores prácticas empleables para tomar en preparación y respuesta a los Deepfakes. Ya que son una constante amenaza no solo para la seguridad nacional, sino también para la sociedad, el sistema político o financiero.
Al principio parecería bastante complejo saber cuándo se está leyendo información y divulgaciones falsas. Sin embargo, se pueden tener en cuenta algunas observaciones para identificar estos engaños y no creerlos.
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En el caso de los vídeos, puede pasar que no se sincronicen por completo tanto la imagen con el sonido al reproducirse. Esto se puede ver claramente cuando se ve el movimiento que hace en la boca una persona al hablar y observar que el sonido está acelerado más rápido. Así se puede deducir que hay una especie de edición en donde se buscó modificar la grabación original.
Casi todos los archivos falsos tienen una duración de pocos segundos, porque es un trabajo que lleva mucho tiempo en elaborar. Por lo que hay chance de que un video de muy corta duración haya sido uno de los efectos del Deepfake.
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Las fotos o videos falsos poseen una pequeña diferencia en la iluminación y las sombras comparada a las reales, con fallas. Esto se puede ver por ejemplo en los bordes borrosos o también en los detalles antinaturales.
Hay pequeñas diferencias entre los archivos verdaderos y los falsos, como las expresiones faciales o movimientos cortados que nos dan una señal de que puede ser un video manipulado.
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El cuello, la cara, la boca y los ojos son una forma sencilla de darse cuenta de que es un Deepfake, ya que los archivos falsos suelen ser primeros planos de las caras, por lo tanto, si se observa en detalle la forma de hablar, los dientes, y la rapidez con que se cierran los ojos, se aumentan las probabilidades de detectar esos fallos.
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