El verano implica muchas cosas: pileta, amigos y comidas livianas y fáciles de preparar. Por eso, en esta oportunidad, compartimos una propuesta saludable, súper económica y original: nachos caseros. Además, dos recetas de dips para hundirlos, remojarlos y sambullirlos.
Esta receta es un comodín para muchas momentos especiales. El secreto para que la receta funcione es que la polenta una vez que esté cocida, tiene que quedar súper firme. Tenemos que lograr una masa compacta que podamos manipular y dar forma sin que se nos pegue a las manos ni al bowl. Lo mejor para prepararla es que sigan las instrucciones del paquete ya que cada marca tiene su particularidad. De esta manera nos aseguramos de que nos quede perfecta.
Colocamos agua en la olla junto con las especias y la sal. Cuando hierva, en forma de lluvia, incorporamos la harina de maíz. Cocinamos bien. Dejamos enfriar.
Una vez que esté frío, hacemos un bollo con toda la preparación. Separamos porciones pequeñas redondas para poder trabajarlas fácil (pequeñas bolitas). Ponemos un plato en la mesada, y sobre él un separador para freezer. Ahí apoyamos 1 porción de nuestra masa, ponemos sobre ella el otro separador y apoyamos un segundo plato sobre la masa. Aplastamos todo. La idea es hacer como una prensa casera de platos. Lo que queremos lograr con esto es aplastar pareja la masa, ni muy fina ni muy gruesa, así podemos manipularla fácilmente.
Retiramos el plato, el separador superior y cortamos con cuchillo la forma de nuestros nachos. En casa los hago triangulares, pero eso es a gusto de cada uno.
Luego, necesitamos una fuente de vidrio o cerámica (preferentemente) aceitada apenas. Lo vamos a colocar en el horno que debe estar precalentado al máximo durante 30 minutos. Se tienen que dorar muy bien, y recordá que no se dan vuelta. ¡Y listo! Se pueden guardar en recipiente de vidrio una vez que se enfriaron o freezarlos.
Esta pastita es un clásico de mi cocina. Con los años la fui tunueando y mejorando hasta lograr hacerla fácil y practica, sin ingredientes caros y todo súper accesible y sencillo de adquirir en el supermercado. Te contamos cómo hacerla:
El único secreto que tenés que tener en cuenta es la forma de cocinar las berenjenas. Para eso, prestá atención: tenés que ahumar las berenjenas a fuego directo. Es decir, en la hornalla o sobre las brasas, es lo mismo y eso queda a gusto de cada uno. Lo importante es ir cocinándola por todos lados y, a medida que se va quemando la piel, ir rotándola para que se cocine parejo.
Nos vamos a dar cuenta que están bien cocidas por dos cosas: la piel está negra y la pulpa perdió su firmeza. Una vez que estén listas, las dejamos reposar para poder pelarla sin
quemarnos. Hay gente que usa la técnica de meterla dentro de una bolsa mientras se enfría. Dicen que de esa manera se pelan muy fácil. Para mi no hace falta, ya que de todas maneras es una verdura muy fácil de pelar. Además, ahorrando el paso de la bolsa, evitamos el contacto con el plástico y contaminamos menos.
Para poder pelarla fácil debemos empezar desde el cabo e ir bajando, la piel se va
desprendiendo sola. La última parte deberá ser la parte “de la cola” de la berenjena. Por esta parte la verdura soltara sus líquidos que con la cocción se pusieron dulces y se caramelizaron, así que cuiden no perderlos pues le dan un sabor increíble a la preparación y además que nos van a ayudar a lograr la textura que buscamos.
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Una vez que tengamos cocidas y peladas las berenjenas, las cortamos y picamos en un bowl para no perder ningún líquido. A esta preparación le sumamos las rodajas de calabaza cocida y hacemos el mismo procedimiento. Salpimentamos y condimentamos a gusto. Con un tenedor pisamos y mezclamos hasta formar una pasta homogénea. ¡Y listo!
Esta pastita tiene 2 particularidades que la hacen sumamente buena para consumir. La primera es que cambiamos el queso de rallar por kale, que aporta muchos beneficios nutricionales (es rica en minerales, alta en hierro y calcio, posee vitamina C, E, A y K, solo por nombrar algunas cosas). Además, usé vinagre de manzana casero que transforma a nuestro pesto en un alimento lleno de probióticos. Usar el vinagre de manzana que venden en el supermercado también está muy bien, pero tené en cuenta que tenés que usar menos cantidad debido a que es más fuerte.
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Colocamos todo en la licuadora, y vamos batiendo y revolviendo para asegurarnos que nos quede una preparación homogénea Es importante que le coloques agua de a poco y así lograr la consistencia deseada. ¡Ya tenés lista una pastita súper rica y saludable para untar!
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Para combinar con los nachos te puede venir bien este video que hicimos sobre cómo hacer guacamole:
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