A medida que avanza el año y se acerca el verano, el precio de la electricidad y el gas se dispara y los ahorradores de todo el mundo se ven obligados a prestar especial atención a los gastos. Volver a hablar de dinero.
Sin embargo, aunque los temas financieros conciernen a todos y a todas, no siempre es fácil discutirlos: de hecho, son muchos los tabúes que surgen cuando se trata de dinero y numerosos eufemismos y jergas que pueblan las conversaciones sobre este tema en todo el mundo.
En tiempos globales, donde viajamos mucho y las palabras cruzan las fronteras de la mano de múltiples plataformas, es importante conocer los coloquialismos y modismos que se usan en distintos países al hablar de dinero.
Entender qué queremos decir al hablar de dinero ayuda a fomentar el entendimiento mutuo y evita malentendidos desagradables.
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Es muy fácil encontrarse con algún malentendido cuando se trata de dinero, sobre todo en un idioma diferente al nuestro. No solo porque es un tema delicado y hasta tabú en muchas sociedades, sino porque existen numerosos términos específicos, entre ellos la jerga, que pueden dificultar la comunicación.
En Estados Unidos se considera de mala educación, y casi ofensivo, preguntar a los amigos cuánto ganan, mientras que en Dinamarca una especie de ley moral tácita (la ley de Jante) impide que los ricos se jacten de ello en público.
Incluso en Italia, el hecho de que una persona “fare i conti in tasca” (se meta en tus asuntos financieros), es decir, que verifique cuánto dinero tienes o cómo lo gastas, no es bien visto.
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Sin embargo, hay muchas expresiones de uso común, a menudo de origen popular, con las que no es inusual describir el estado financiero de otra persona, o sus actitudes hacia el gasto y la compra. Estos son algunos de ellos:
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En muchos países, se mantienen algunos apodos curiosos para hablar de monedas, billetes y sumas de dinero. Encontramos por ejemplo:
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Es común en Argentina, en salidas grupales, encontrarse frente a la cuenta, sin saber quién debe pagar qué, y decidir ¿pagar “a la romana”?, donde la cuenta se divide en partes iguales entre los comensales.
Pero ese sentimiento de vergüenza o de no saber cómo dividir la cuenta en el restaurante, puede exasperarse si las personas se encuentran en un contexto internacional o en un país extranjero, donde ciertas costumbres pueden resultar groseras.
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Por su parte, en algunos países de América Central y del Sur, en cambio, al final de la comida resuenan frases rimadas y cánticos, o se recuerdan antiguas tradiciones campesinas. Algunos ejemplos:
En México y Chile una práctica previsora requiere que los comensales paguen su parte por adelantado en un fondo común, del cual se gira cuando se liquida la cuenta.
La expresión “hacer una vaca” derivaría de los períodos de trashumancia: cuando los ganaderos llevaban el ganado del amo a pastar a gran altura, a menudo permanecían allí durante mucho tiempo y se veían obligados a sacrificar una vaca para poder alimentarse.
A su regreso, sin embargo, los pastores juntaron el dinero para indemnizar al dueño y permitirle comprar otra vaca.
Esta rima guatemalteca es sobre un guiso a base de vegetales típico del lugar, cuya mención en este contexto es válido como sinónimo de comida.
A los salvadoreños, en cambio, les importa la jurisprudencia espartana para referirse exactamente a lo mismo, que cada uno pague su parte.
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