El amor intenso pero sin control no suele termina de la mejor manera posible. Aquellas personas afectadas por el síndrome de Anna Karenina traspasan la línea hacia la obsesión y dejan a un lado su propio bienestar. Te damos pautas para no caer en esta situación.
Síndrome de Anna Karenina
Ni medias naranjas, ni canciones que digan “sin ti no soy nada” o “no puedo vivir sin ti”, ni películas de Disney donde una joven renuncia a su familia y hasta a su voz por el amor de un príncipe. Nada de eso es amor, más bien se asemejan al síndrome de Anna Karenina, un trastorno en el que se ama de manera tan intensa y descontrolada que se deja a un lado todo –incluso el bienestar físico y el equilibrio emocional propio– para estar con la persona deseada.
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El nombre de este síndrome proviene de la novela de 1877 escrita por León Tólstoi, que hace unos años se llevó a la gran pantalla protagonizada por Keira Knightley. Anna Karenina era una mujer que, aun estando casada y con un hijo, dejó todo atrás por su amor hacia el militar Vronsky, el cual perdió el interés por ella poco después.
El libro explica cómo los intensos sentimientos de Anna le llevan a obsesionarse por mantener, a duras penas, lo que piensa que es un amor verdadero. No queremos hacer un spoiler pero la cosa termina realmente mal.
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Las personas con el síndrome de Anna Karenina piensan que son felices, pero la mayor parte del tiempo están angustiados por no sentirse correspondidos o por el miedo a que la relación termine
Este enamoramiento enajenado y sin control no solo es cosa de la ficción, sino que es más habitual de lo que pensamos, puede que incluso después de leer esta nota te venga a la mente algún caso conocido de tu entorno. El síndrome de Anna Karenina se caracteriza por una gran atracción que se traduce en una necesidad afectiva, una idealización y magnificación de la otra persona.
Este tipo de amor es ciego y no entiende a razones, es capaz de cualquier cosa por estar juntos y es habitual que esa persona deje atrás a sus amigos y familiares con tal de mantener la relación.
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El miedo a que se termine la pareja o la sensación de que se da mucho más de lo que se recibe son algunos de los pensamientos constantes entre las personas que tienen este síndrome, que se suman a una baja autoestima, dependencia emocional, ansiedad, síntomas de depresión y sensación de que no se está del todo completo. Es muy similar al trastorno afectivo-obsesivo donde todo se hace por y para el otro individuo.
Es normal que al comenzar una relación todo sea fantástico y la magia inunde cada rincón, sin embargo, con el tiempo ese amor pasional se transforma en uno más maduro. Pero hay veces que esto no ocurre o que la otra persona ya no tiene interés en continuar el camino juntos –como le ocurrió a Vronsky en la obra–, es en ese momento cuando hay que tomar las riendas y no aferrarse a algo que no va a funcionar.
Otro de los signos de las personas que tienen el síndrome de Anna Karenina es que quieren convencerse de que son felices, no obstante, esto no es realmente así, pues las personas con las que comparten su vida no les corresponden de la misma manera que lo hacen ellos.
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Es cierto que, como dice el psicoterapeuta Jorge Bucay, no podemos pretender que nos quieran de la misma forma a como lo hacemos nosotros, cada uno tiene la suya, sin embargo, ese vínculo tiene que existir de una u otra manera, pues el amor está para hacernos mejores y aportar, no para limitar y quitar.
Cómo evitar el enamoramiento intenso
Antes de lanzarse a la bonita locura de amar hay que tener en cuenta algunas cosas para que la cosa salga bien. Es por eso que a continuación te dejamos algunos consejos para evitar el síndrome de Anna Karenina y para lograr construir una relación de pareja sana.
Identificar las prioridades
A la hora de entablar una relación de pareja, nunca debemos olvidarnos de que nosotros también importamos. Lo que pensamos, lo que opinamos, lo que nos gusta, lo que no nos atrae. Todas esas cosas son prioridades a tener en cuenta para sentirnos bien con nosotros mismo en una relación.
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Si bien el compartir con una persona momentos y actividades es una de las cosas que se deben hacer estando en pareja, nunca hay que olvidarse que lo que nosotros pensamos también es prioridad. Por ende, no hay que desvalorizar lo que nosotros queremos hacer y las decisiones que queramos tomar.
Soltar cuando hay que soltar
Si notas que esa persona ya no siente lo mismo por ti que antes, la mejor opción será despegarse poco a poco. Es mucho mejor y más sano ir soltando esa relación que forzándola hasta el punto de doler y hacerse daño.
Muchas veces las personas son tercas y deciden quedarse y aferrarse en estos puntos de la relación, sin saber que no es la mejor opción. Por eso es importante evaluar la relación y reflexionar si sigue siendo duradero o si ya es tiempo de soltar el vínculo.
No buscar estar en pareja
Otro aspecto clave a tener en cuanto es el de sentirnos completos con nosotros mismos antes de estar en una relación de pareja con alguien. Porque si solo estamos en una relación amorosa con alguien por el hecho de que nos sentimos solos o queremos compañía, la realidad es que terminaremos aferrándonos a cualquier persona que nos demuestre un mínimo de interés.
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Esto termina siendo poco ventajoso, porque por más que pensemos que esa persona nos llena de alegría y amor, puede que no sea la persona adecuada para nosotros si es que de amor se trata.
Respetar la libertad
En una relación es importante mantener un respeto mutuo hacia la libertad que tanto nosotros como la otra persona tenemos. Reconocer el individualismo de cada uno tiene es lo que hace a una relación madura y sana. Es por eso que se deben respetar estos aspectos y no entablar límites que atenten a la libertad de los demás.
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No ser ciegos en el amor
Es cierto que cuando nos enamoramos vemos al mundo con ojos distintos, en donde todo es lindo, positivo y no hay nada malo que nos pueda llegar a preocupar. Pero eso es lo que el amor ciego nos provoca: confiar en el amor de forma peligrosa si ver a dónde vamos.
Por esa razón debemos mantener una mente consciente al momento de estar en una relación, no de manera paranoica sino más bien para mantener los pies sobre la tierra. Y esto a su vez nos va a permitir apreciar tanto las buenas cosas que la relación nos puede ofrecer como también los aspectos negativos.
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