Las plantas son un elemento de decoración que la mayoría de la gente aprecia tanto en los hogares como en los espacios de trabajo. Suman color y transmiten esa energía particular que sólo la naturaleza es capaz de generar. Pero su mayor importancia radica en otras bondades: son las mejores aliadas para mejorar la calidad del aire y para reducir el nivel de contaminación de los ambientes que habitamos. Te contamos cómo cuidar las plantas de interior y exterior para potenciar sus beneficios.
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Todos sabemos que las plantas absorben el dióxido de carbono y generan oxígeno, mejorando la calidad del aire que respiramos. Pero la mayoría desconocemos que también absorben bacterias y esporas del ambiente y que son transmisoras de energías que estimulan el bienestar del hogar.
Con una linda decoración “vegetal”, cualquier ambiente puede pasar de ser un lugar frío y desalmado a ser un lugar cálido y hogareño. Lo importante es elegir bien las variedades y especies para lograr tus objetivos tanto en términos estéticos como de cuidado de tu salud.
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No tenés que ser un experto en jardinería o botánica, pero es clave conocer algunos cuidados básicos para que se mantengan bien y cumplan su función:
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Los abonos químicos son de resultado rápido pero no son lo ideal para el medio ambiente. Lo más recomendable es recurrir a los abonos orgánicos. Podés hacer tu propio compostaje aprovechando algunos de los desechos cotidianos. Restos de café o té, cáscaras de huevo o de banana, restos de comida de perros y gatos, etc. Sus proteínas y micronutrientes mejoran la composición de la tierra.
Es importante cada año cortar los tallos que se vean marchitos o débiles con una tijera adecuada. En el caso de los potus, que son colgantes, o las hiedras, que crecen horizontalmente, es conveniente una vez por año podar los tallos que superen los 10/15 cm para que la planta se fortalezca y crezca mejor.
En el caso de las plantas de jardín con flores, es clave sacar las flores marchitas y las hojas secas para prevenir enfermedades y devolverles energía.
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Si querés sumar verde a tu balcón, tu patio o tu jardín y tenés la suerte de que reciban bastante sol, es clave elegir plantas de sol, ya que soportan bien las temperaturas altas y la agresión de los rayos.
Si buscás variedades con flores, las más resistentes son las margaritas, la lavanda y los geranios, que además requieren pocos cuidados. También los hibiscos, Buganvilla, Geranios, Rosales, Verbena, Claveles, Lavanda, Petunias, Galanía, Tulipanes, Boca de dragón o Conejitos, Dalia y Yerbera.
Los tipos son muy variados, y en general se clasifican según la temporada del año en la que florecen.
Otra buena opción si tenés espacio son los arbustos, y también lastrepadoras o enredaderas, que son muy decorativas y sirven para cubrir paredes y delimitar espacios exteriores (Hiedra, Enamorada del muro, Pasionaria, Dama de noche, Campanillas y rosales trepadores).
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Un jardín de invierno o invernadero no demanda un gran espacio pero cambia totalmente el aspecto y la emocionalidad de un espacio si lo mantenemos lindo y prolijo.
Un jardín de invierno pequeño deberá estar bien diseñado para optimizar el espacio. Podés armarlo a tu gusto, con un estilo más moderno o ecléctico o más bien clásico. Son un excelente complemento en la decoración hindú.
Los arbustos y los árboles pequeños, son ideales para un jardín de invierno, pero todo depende del sol que reciba ese espacio. Las suculentas y cactus necesitan pleno sol y poco riego y son ideales para ubicarlas cerca de las ventanas. Los helechos y bulbosas deben estar en algún rincón que reciban semi-sombra.
Para los balcones el pasto sintético es una linda opción y también funcionan muy bien los arbolitos en macetas, que deben ser anchas y profundas. En este caso es clave mantener la poda para que no crezcan tan grandes.
Otra excelente opción es el jardín vertical, que resulta ideal en espacios reducidos. Podés hacer tu propia huerta orgánica o incluso sembrar hierbas medicinales o hierbas aromáticas comestibles.
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Lo recomendable es cambiar una planta a una maceta más grande cada 2 o 3 años como mucho. Podés detectar cuándo el momento ideal cuando veas que sus raíces salen por los orificios de drenaje de la planta o cuando notes que la tierra está muy apelotonada en una maraña de raíces.
Al pasarla a una maceta más grande, agregale tierra floja, algún fertilizante y, con un cuchillo, recortá un poco las raíces de los bordes porque es probable que estén dañadas.
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