El alcohol es uno de los factores de riesgo que mayor presencia tiene en los accidentes de tránsito. Un estudio de la Organización Panamericana de la Salud reveló que un conductor que bebe antes de conducir tiene 17 veces más riesgo de tener un accidente fatal.
El alcohol constituye uno de los principales factores que intervienen en los accidentes y muertes en el sistema del tránsito. Las estadísticas demuestran que los jóvenes mueren más por accidentes ocurridos en las rutas y calles que por enfermedades. Esto se repite a lo largo y ancho del país.
Según la licenciada María Cristina Isoba, directora de investigaciones de la Organización “Luchemos por la Vida”, “en más de la mitad de los siniestros viales con muertos o heridos registrados en Argentina está presente el alcohol en las víctimas o en conductores que provocan muertes”.
En España, un informe reciente encendió la alarma sobre el tema. El 43% de los conductores fallecidos en nuestras carreteras en 2018 dio positivo en consumo de alcohol o drogas en su autopsia, tal y como muestra el Informe Anual del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF).
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La población debe entender que cuando consume alcohol sus facultades resultan afectadas, sobre todo en una franja etaria de menores de 35 años, que es donde se encuentra el 54% de los muertos por incidentes viales y que son los que presentan alta incidencia de consumo de alcohol.
El consumo de alcohol es cada vez más intenso entre los jóvenes en los últimos años. No es un fenómeno nuevo. No se tiene en cuenta que el consumo de alcohol conlleva consecuencias en la conducción y produce efectos tóxicos agudos que pueden llegar a la pérdida de conciencia y/o muerte.
De acuerdo a los estudios de Luchemos por la Vida, en 2017 fallecieron 8.000 personas en hechos viales, con un promedio de un muerto cada 65 minutos. La estadística afirma, también, que en el 47% de los hechos las víctimas mortales viajaban en autos, el 11% en camionetas, el 7% en micros y combis, el 26% en motocicletas y 9% en otros. Del total de muertos, el 27% tenía entre 13 y 25 años.
Un dato brindado por Sedronar indicaba que, en 2013, el 22.5% de los pacientes atendidos en servicios de emergencias e urgencias habían bebido, y que ese porcentaje era el más alto desde el último relevamiento que fue en el 2003.
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En esta encuesta realizada para recabar el dato de qué porcentaje de pacientes en incidentes de tránsito tenían alcohol como factor independiente asociado al siniestro vial, se eligió un hospital público de cada capital provincial y se analizaron las causas que derivaron en 12.898 casos de atención en las guardias de emergencias. Los pacientes que llegaron tras un accidente de tránsito fueron 1777; la presencia de pacientes aumentó durante el fin de semana. Se consultó tanto al paciente como al médico para determinar si el alcohol había tenido relación con la derivación al hospital. Ese crecimiento se registra en todas las franjas de edad, y se toma en cuenta en especial que el 33% de los pacientes que ingresaron en las salas de emergencia por accidentes en los que el alcohol estuvo presente tienen entre 16 y 25 años.
Ademas, datos de la Dirección Nacional de Vialidad ( 2015) reflejan que 9 de cada 10 choques durante los fines de semana se debieron al consumo excesivo de bebidas alcohólicas por parte de los conductores involucrados. Tras los siniestros viales se comprobó que el 89% de los conductores habían tomado más de lo permitido antes de manejar. De ese total, el 46% excedió considerablemente el límite permitido por ley.
El grave problema del alcohol radica en que altera los umbrales reflexológicos, no permite percibir correctamente, y hace que el conductor se equivoque, juzgue mal y tome riesgos injustificados
La ingesta de alcohol antes la conducción puede producir alteraciones sobre la visión, la función psicomotora, el comportamiento y la conducta y la capacidad de manejo del conductor. Se produce disminución del campo visual y, por efecto del alcohol, se puede llegar a la visión túnel, dificultando enormemente una correcta visibilidad.
En lo referido a la función psicomotora, se prolonga el tiempo de reacción del conductor, normalmente es de 0,75 segundos (gráficamente sacar el pie del acelerador y ponerlo en el freno), pudiendo ser de 2 o más segundos y, como consecuencia de ello, la distancia de detención de un vehículo a una velocidad de 100 Km/h se prolonga entre 20 y 30 metros, una distancia que puede separar la vida de la muerte. Finalmente, y de acuerdo a la cantidad ingerida, el alcohol puede provocar alteraciones del comportamiento y de la conducta.
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De los efectos del alcohol, el cuadro más grave es el coma alcohólico, que es un cuadro grave que, además de la pérdida de conciencia, tiene efectos sobre el sistema cardiovascular y el respiratorio y requiere atención de urgencia. Esto puede producir además daño neurológico irreparable.
Sólo en la Capital, durante los primeros 11 meses de 2015 se realizó un 34% menos de tests de alcoholemia que en el mismo período del año anterior: pasaron de 231.534 a 152.084. En el mismo lapso, los casos positivos detectados crecieron un 38%: subieron de 1998 a 2765.
“El alcohol al volante mata”, una iniciativa de la Organización Luchemos por la Vida, se proponen cuatro conductas posibles para evitar correr riesgos y/o poner en riesgo la vida de los otros.
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1) Si vas a conducir: Nada de alcohol.
2) Si elegís beber, elegí a otro para conducir.
3) Si bebió y pretende conducir, no viajes con él.
4) Elegir en el grupo quien no beba para poder conducir.
Debemos recordar que los incidentes de transito son los que producen mayor cantidad de muertes y discapacidad en los menores de 45 años, produciendo así un alto gasto en salud y una pérdida de la productividad que impacta directamente en el país.
Por: Alejandro Risso Vazquez (Médico especialista en Terapia Intensiva. Coordinador Medico Terapia Intensiva Sanatorio Otamendi y Mirolli).
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