Sobreviviste a las noches de fiesta hasta la madrugada, a las maratones etílicas y a despertarte, alguna vez, junto a algún desconocido. Lograste salir con vida de los veinte. ¡Felicidades!
Ahora entraste a la nueva decena, llegaste a los 30. Se te empiezan a acumular las deudas y, para colmo, le enviaste por error a tu jefe una cadena de emails en la que lo llamabas autoritario de m… Estás en un momento complicado, pero al menos tienes a tus amigos… ¿Es eso así? ¿Están todavía?
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Muy probablemente hayas hecho una buena cantidad de amigos durante tus veinte, ya sea en el colegio, en la facultad, en las vacaciones o en alguna fiesta. Pero ahora, como persona adulta que transcurre los 30 y pico, empiezas a pensar la vida de otra manera.
En esta decena, muchos ya están en pareja y con hijos, por lo que las amistades para ellos dejan de ser una prioridad
Un estudio reciente llevado a cabo en EE. UU. reveló que “más de dos tercios de sus ciudadanos afirman haber perdido al menos el 90 por ciento de las amistades que tenían desde hacía diez años”.
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El mismo estudio también señala que un tercio de los encuestados afirma que cuesta más hacer amigos con la edad. Y parece que es peor si eres hombre, ya que a partir de los 30, por lo visto pierden amigos más rápidamente que las mujeres.
Pero también hay que decir que perder algunos amigos no tiene por qué ser malo.
La Dra. Andrea Bonior, psicóloga clínica y autora de The Friendship Fix, explica:
“A veces un periodo de transición en la vida nos brinda la oportunidad de dejar atrás personas con las que no teníamos tanta afinidad, relaciones que manteníamos por una simple cuestión de proximidad, pero que no nos aportaban nada emocionalmente”
“Nuestras prioridades cambian con el tiempo. A veces puede parecernos raro seguir yendo de bares con nuestros amigos solteros cuando ya no tenemos interés en conocer a parejas potenciales, o tal vez ya no sea un tema importante hablar de qué vamos a ponernos para ir a tal o cual fiesta, o del nuevo gimnasio que acaban de abrir cuando nos hemos pasado la noche en vela tratando de calmar a nuestro recién nacido”.
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Shasta Nelson, creadora de GirlFriendCircles.com, coincide en que los 30 es la edad en la que muchos rompemos amistades de forma no intencionada.
“Teniendo en cuenta que ahora la forma en que conocemos gente nueva ha cambiado por completo a cómo lo hacíamos a los 20 —matrimonios, hijos, rupturas, traslados y nuevos trabajos— puede hacernos sentir que ya no tenemos tanto en común con nuestros amigos”.
Razones por las que desaparece una amistad que pensabas sería para siempre:
1. Empiezas a hacer distinción entre una verdadera amistad y una relación de codependencia
Shawn tiene 36 años y es agente inmobiliario y dice: “es como si ya no los necesitara. No es que no necesite tener amigos, pero ya no me apoyo tanto en ellos como lo hacía a los veinte. Ahora estoy más centrado en mi trabajo, tengo más seguridad en mí mismo y una serie de responsabilidades que no giran en torno a mis amistades. También tengo pareja, a quien doy prioridad en mi tiempo libre”.
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Otra persona consultada dice: “hace dos años, invité a más de 30 personas a la fiesta de mi 35 cumpleaños. Cuando llegó el día, todo el mundo canceló en el último momento. Aquel incidente, que me dejó un poco tocada y me dio una lección de humildad, sirvió para darme cuenta de que no hacía más que invitar a gente que no se esforzaba lo más mínimo por mí.
Así que decidí hacer un experimento: dejé de invitar a una amiga que conocía desde el instituto, cuando las dos éramos editoras del diario del centro. La idea era ver si notaría mi ausencia y en algún momento le daría por llamarme para tomar un café o ir de fiesta. No he vuelto a saber nada más de ella. Moraleja: realmente no éramos amigas y para ella yo no era más que una distracción con la que contaba según le convenía”.
2. Poca gente está dispuesta a dar prioridad a sus amistades en su día a día
En las redes sociales, todo el mundo es tu mejor amigo y hace comentarios megapositivos de todas tus fotos, pero cuando les de encontrarse, de repente abandonar su casa les parece un plan descabellado, nada comparable a quedarse en casa viendo series de Netflix.
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“Después de pasar todo el día en el trabajo, cuando llego a casa, que nadie se atreva a proponerme ir a algún sitio”.
La doctora Bonior justifica el fenómeno del siguiente modo:
“Cuando una persona empieza una nueva etapa de su vida —en pareja, nuevo trabajo o la llegada de un hijo, por ejemplo—, tiende a buscar amistades con un estilo de vida y una logística del día a día similares a las suyas”
3. Decidiste frenar la afición que compartías con tu mejor amiga
Amanda, escritora autónoma de 33 años, me dijo: “He tenido amigos con los que salía de fiesta y bebía sin parar. Había una amiga en concreto, a la que conocía desde el instituto y con la que “nos dábamos algún toque hasta las tantas de la madrugada”. Cuando cumplí los 30, decidí dejar de beber y drogarme tanto, y a partir de entonces, esta amiga dejó de salir conmigo.
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Me dio mucha pena. Cada vez que le decía de quedar para cenar o ir juntas a caminar, me rechazaba descaradamente por haber decidido no salir más de fiesta con ella. Me sentí herida, pero me sirvió para darme cuenta de que nuestra amistad no era tan fuerte como pensaba”.
Nelson señala que este tipo de traiciones suelen ser más dolorosas a los treinta que a los veinte:
“La razón es que perdemos amistades con las que hemos compartido muchas cosas y que teníamos esperanzas de conservar en el futuro. Resulta doloroso porque sabes que posiblemente las amistades que hagas a partir de ahora no serán tan intensas”
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“Hay mucho mito en torno a las amistades femeninas que se supone que deben durar para siempre y que siempre van a estar ceca cuando las necesites. Esto provoca una serie de expectativas poco realistas y el consiguiente sentimiento de decepción”.
4. Perdés la confianza de tus amigos diciéndoles todo lo que odias de sus cónyuges
Cuando llevas tantos años de amistad, seguramente sabes muy bien dónde tocar para hacer daño a tu mejor amigo. Y si crees que nunca vas a tocar ahí, te equivocas.
Samantha, organizadora de eventos de 37 años, me dijo: “Tenía una amiga que también desapareció de repente, y la verdad es que dolió muchísimo. Nos hicimos mejores amigas bastante rápido, pero está claro que no era real. Después de un tiempo, dejó de contestar mis llamadas y nos veíamos cada vez menos.
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Varios años después me mandó un mensaje para explicarme que se sentía incómoda cuando supo que mi matrimonio no era monógamo y prefirió apartarse. Recuerdo que perderla fue tan duro como perder a un amor.”.
Bonior coincide en que a veces la pérdida de una gran amistad puede doler tanto o más que la de un gran amor.
“No se habla demasiado de las rupturas de las amistades ni se reconocen como una causa de dolor profundo”
“Diría que hasta parece algo de qué avergonzarse. Sin embargo, he trabajado con muchas personas para las que la ruptura de una amistad ha sido tan traumática como la de sus parejas. Echas de menos a esa persona, notas el vacío que ha dejado en tu vida y añoras su forma de ver las cosas y su personalidad”.
5. No estás bien predispuesta para conocer a más gente
También te equivocas si piensas que el hecho de perder amigos y la soledad que conlleva te empujará a buscar amigos nuevos y mejores. De hecho, a partir de los treinta resulta aún más complicado establecer lazos con otras personas. “Podemos ponernos más a la defensiva o estar menos dispuestos a confiar en alguien después de haber perdido un buen amigo, lo cual va en detrimento de futuras posibles amistades”.
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Puede ser que tengas un diálogo como este:
Hace poco se me acercó un chico en una fiesta y me dijo: “Creo que no nos conocemos”.
“Ni nos vamos a conocer, créeme”.
No sufras ni te desesperes. Estas cosas pasan, hay que estar preparados y saber que los amigos que perduren serán un maravilloso tesoro, y los nuevos que la vida te regale, completarán ese espacio tan importante de nuestras vidas.
- Publicado originalmente en Vice.com
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