Relajados: una confusión conceptual inadmisible y revulsiva

Javier Vilosio, médico paliativista, comparte una reflexión sobre las palabras del presidente Alberto Fernández sobre
                                                         “El problema de las palabras es que, una vez echadas, no pueden volverse solas a su dueño. De modo que a veces te las vuelven en la punta de un acero”. (Arturo Pérez Reverte).

Fue, por lo menos, muy desgraciada la reciente mención del Presidente de la Nación sobre el sistema de salud. “El sistema de salud también se ha relajado -afirmó-. Y en un tiempo donde los contagios estaban disminuyendo, abrieron puertas a atender otro tipo de necesidades quirúrgicas que podían esperar pero creyeron que era oportuno tratarlos ahora, y así en el sistema privado se acumuló un número de camas utilizadas, que ahora pueden ser muy necesarias para atender COVID”.

¿Por qué lanzar una afirmación como esa en medio de una gravísima crisis sanitaria, por lo tanto social y económica, cuya evolución previsible es un dramático empeoramiento?

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Asumamos que utilizó la palabra relajado en su acepción de “disminución de la severidad o rigidez en el cumplimiento de ciertas normas”.

Si así fue, sea por ligereza irreflexiva, cálculo político o prejuicio ideológico, decidió responsabilizar al sector privado de salud, que al dedicarse a atender otros problemas -que, según el Presidente, podían esperar (¿?)- produjo que ahora falten camas de internación en cuidados intensivos.

No sabemos, por el momento, si esta es una idea propia del Dr. Fernandez, o fue sugerida por algún asesor, o allegado. En cualquier caso, esa expresión presidencial evidencia un desconocimiento palmario del funcionamiento del sistema de salud, y también de la dinámica de la pandemia y sus consecuencias.

En primer lugar, es inadmisible que el primer mandatario desconozca que, al utilizar el término sistema de salud está haciendo referencia a una gran cantidad de actores, con intereses, capacidades y recursos muy distintos, y en ocasiones en conflicto: pero que desde cualquier perspectiva que se lo analice depende fundamentalmente de las personas que trabajan en el mismo: profesionales, técnicos, administrativos y auxiliares que integran los equipos de salud, y que son los que cotidianamente hacen que las ruedas del sistema giren.

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Por ello, en las actuales circunstancias de tensión y sensibilidad social no debería extrañar que el cuestionamiento al sistema sea percibido como una crítica a la conducta de quienes, en condiciones injustas, precarias y mayoritariamente mal remuneradas, sostienen desde hace más de un año la respuesta sanitaria a la pandemia.

Y es un hecho que durante todo este tiempo la vida cotidiana de los integrantes de los equipos de salud ha distado enormemente del relajamiento.

De hecho, el estrés o colapso del sistema, de los que tanto se ha hablado en estos días, son primariamente el estrés y el colapso de los trabajadores de salud.
Pero no es esta la primera expresión de la gran confusión conceptual del Presidente: recordemos cuando agitaba dogmáticamente la contraposición entre salud y economía, o difundía una falsa declaración de la Organización Mundial de la Salud recomendando tomar muchas bebidas calientes para matar el virus.

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Por otra parte, la referencia al haber abierto las puertas a atender otro tipo de necesidades quirúrgicas que podían esperar, es una afirmación muy difícil de sostener: las camas de cuidados intensivos no solo se ocupan con pacientes post quirúrgicos; y además sería interesante saber cuáles son, a criterio del Presidente, las necesidades quirúrgicas que podían esperar.

Porque, más allá de que no aparezcan en la agenda pública, las enfermedades y riesgos para la salud prevalentes (que existen habitualmente en la población) no han desaparecido. Y el daño esperado, y el que ya comenzamos a sufrir, es mucho. Ignorarlo constituye un reduccionismo inconcebible.

En la mejor interpretación de la expresión que analizamos, que sería la de no atribuirle un sesgo ideológico, el Presidente eligió una caracterización de la situación errada y revulsiva, en la construcción de un discurso que infaltablemente, apunta a buscar responsabilidades en los demás, y obviar, a cualquier costo, las de la propia gestión.

  • Por Javier O. Vilosio, médico paliativista.

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